Para millones de venezolanos, para los que llevan 14 años tragándose cada domingo sus vociferantes homilías en ‘Aló, Presidente’ y sufriendo la rampante criminalidad y su desastrosa gestión, el mensaje es estremecedor e ilusionante.
Estremecedor porque hace prever que este domingo, si el recuento de votos no le favorece, Hugo Chávez desatará el caos en Venezuela, sacará a las calles a sus milicias bolivarianas e intentará un ‘pucherazo’.
Ilusionante porque por primera vez desde que llegó al poder en 1998, al ‘Gorila Rojo’ le tiemblan las piernas. A medida que se acerca el día de las elecciones y crece la percepción de que Henrique Capriles puede ganar, el oficialismo agita con más histerismo el fantasma de la conspiración.
El lunes, ante la Asamblea General de la ONU, fue el embajador Jorge Valero quien anunció que “sectores antidemocráticos y golpistas, en alianza con poderosos intereses foráneos, intentarán utilizar la violencia para desconocer la voluntad popular”.
Este martes le tocó el turno al general Henry Rangel, ministro de Defensa y amigo íntimo de los narcoterroristas de las FARC. Rangel dijo que incluso saben ya quiénes son los alborotadores: “La violencia solo interesa a quienes no quieren a la Patria y que sobre todo están cargados de odio hacia el presidente y al pueblo”.
El sarcasmo es bíblico, sobre todo si se tiene en cuenta que su líder saltó a la fama en 1992, cuando intentó derrocar a tiros al entonces presidente Carlos Andrés Pérez y que hace sólo cuatro días, en Barinas, tierra natal de Chávez, sus partidarios calentaron la campaña asesinando a balazos a tres opositores.
Cree el ladrón que todos son de su condición.
