Julia Navarro – Escaño Cero – las razones de los otros.


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Lo peor que puede hacer un gobernante es no escuchar. Le pasó a José María Aznar cuando decidió meter a España en la guerra de Iraq haciendo caso omiso a la opinión de la calle. Le ha pasado a otros muchos gobernantes sin distinción del color político. Hago esta reflexión al filo de las manifestaciones, la mayoría multitudinarias, que se han celebrado este fin de semana para mostrar el rechazo y preocupación por la recién aprobada reforma laboral. Y es que la reforma laboral supone un tajo a los derechos de los trabajadores, derechos conseguidos tras años de lucha y negociación y que son, o mejor dicho, eran, una parte sustancial del Estado del bienestar.

Verán, yo no tengo la menor duda de que Mariano Rajoy quiere sacar a España de la crisis y que lo hace con los instrumentos que cree que pueden ser más eficaces. Pero, dicho esto, también creo que el presidente no puede encasillarse creyendo que la razón solo le asiste a él y que por tanto no hay más recetas que las suyas para abordar los gravísimos problemas de nuestra economía. De ahí que me parezca preocupante que la respuesta del PP a las manifestaciones hayan sido unas palabras de su secretaria general, Dolores de Cospedal, diciendo que son muchos más los que apoyan a Rajoy que los que salen a la calle a manifestarse.

Es evidente que Mariano Rajoy ha obtenido un éxito rotundo en las urnas, éxito que comenzó el pasado mes de mayo con las elecciones autonómicas y municipales y que ha culminado con las elecciones generales. Y es igualmente evidente que los ciudadanos estaban hartos de Rodríguez Zapatero y del PSOE, y en el caso del ex presidente no le perdonaban que se hubiera saltado su programa electoral a la torera. Algo parecido está haciendo el señor Rajoy incumpliendo algunos de sus compromisos electorales como la subida de impuestos.

Me parece a mí que el presidente debería de escuchar la voz de la calle, reflexionar sobre si no ha llevado su reforma laboral demasiado lejos y, sobre todo, estar dispuesto a negociarla a su paso por el Parlamento. Creerse en posesión de la verdad y de la razón absoluta es solo un ejercicio de soberbia y, francamente, no creía yo que ese fuera a ser uno de los puntos flacos del nuevo presidente.

Igualmente, me llama la atención el empeño que tienen algunos prohombres del PP, pero sobre todo sus portavoces mediáticos, en desprestigiar a los sindicatos como vía para defender su reforma laboral. Ese no es el camino. Los sindicatos lo podrán hacer mejor o peor, desde luego en el pasado reciente no lo han hecho demasiado bien, pero eso no significa que no sean sustanciales en un Estado democrático. Además, en esta ocasión, tanto Cándido Méndez como Fernández Toxo están actuando con una sensatez y prudencia digna de elogio. Por eso, la respuesta no puede ser la arrogancia y el lanzar una campaña para desacreditarles. Si los dirigentes del PP insisten en ese registro, se equivocarán.

Creo que después de las manifestaciones de este fin de semana, el presidente debería de reflexionar y desde luego negociar. Colosal. En cuanto a la señora de Cospedal no se le debería de olvidar que las elecciones lo mismo que se ganan se pierden, y que no se puede gobernar contra una buena parte de los ciudadanos. Hoy puede que sean menos que los votantes del PP, pero mañana pueden ser más.

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