Charo Zarzalejos – El discurso.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Mañana lunes, cuando Mariano Rajoy suba a la tribuna del Congreso, atrás habrá dejado el sabor de la derrota, el trajín de injustas críticas y golpes fallidos. Sube muy baqueteado, como él mismo reconoce, y llega al poder «llorado». Esta experiencia acumulada es un buen equipaje para tomar las riendas de un país, España, acosado por las incertidumbres, cansado de tanta crisis y que contempla atónito e incrédulo al hundimiento de lo que creíamos conquistado.

Mariano Rajoy es sabedor de todo ello y por eso prepara en estas horas «el discurso». Un discurso que se ha preparado con minuciosidad, con la intención de no dejar fuera nada que preocupe a los ciudadanos y en el que, es seguro, anunciará medidas que quizás nos hagan temblar. Será un discurso que para algunos resultará insuficiente, para otros poco acertado o bien poco concreto. Así ha ocurrido siempre.

El discurso estará impregnado de economía y de desempleo, pero las tareas van más allá de estos dos grandísimos problemas… En Europa estamos ausentes y España se merece, necesita, ocupar espacio allí donde se toman decisiones y ello sin desatender a nuestros vecinos como Marruecos y a los millones de ciudadanos con los que compartimos historia e idioma al otro lado del Atlántico.

Las disfunciones de nuestro modelo de Estado merecen atención, así como los más desfavorecidos de la sociedad. La ejemplaridad en la acción política y de los políticos es tarea urgente para que la política y los políticos recuperen el prestigio que merecen. Las reivindicaciones nacionalistas, siempre presentes, deberán ser analizadas con inteligencia pero sin agobios… El listado de tareas es inmenso y el rostro de Rajoy, poco a poco, va adquiriendo un gesto de seriedad más que comprensible. Los españoles necesitamos esperanza pero sabemos que el sacrificio será inevitable, por ello, el discurso tendrá más de un llamamiento al consenso, de todo punto necesario, porque la política y más en tiempos difíciles, no se dirime solo con la aritmética parlamentaria. El discurso es esperado con expectación y aunque se pronuncia en el Congreso, delante de todos los grupos de Oposición, Rajoy no puede olvidar que es «su discurso» a todos los españoles y ya se sabe que la mayoría entiende bien los mensajes cuando se utiliza sujeto, verbo y predicado. Ni Tardá ni Errekondo, por poner un ejemplo, van a estar de acuerdo pero le va en el sueldo. Lo importante es que «el discurso» sea entendido por los españoles de manera que ya el mismo lunes sepamos todos lo que nos espera.

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