Rafael Martínez-Simancas – Sin etiqueta – Vaya tela.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Hay veces en las que el calendario juega una mala pasada a aquellos que han cometido el error de no solucionar sus problemas a tiempo. El lunes, a la misma hora en la que sus ex compañeros de dirección del PP se reunían en la calle Génova para apoyar la nueva etapa de Rajoy, Francisco Camps hacía el paseíllo de los juzgados en Valencia. Sin duda que a Camps le hubiera gustado estar en la ejecutiva del PP en lugar de pasar por el arco de seguridad que da acceso a los tribunales.

A esa hora temprana del pasado lunes Camps había dejado de ser un problema para Rajoy y se había convertido en un problema para sí mismo. Todo un error de bulto que debió calcular a tiempo, quizá admitiendo que le regalaron los trajes y pagándolos como hicieron otros dos acusados en la trama. A falta de lo que diga el jurado cuando acabe la vista, la foto de Camps junto a Costa no deja de ser un fogonazo del pasado que en el PP nadie quiere ni mentar. Fue Rajoy el que pidió una nueva manera de gobernar en la que nadie hiciera cosas de las que luego pudiera arrepentirse.

Puede que Camps, como muchos otros, tuvieran la visión de que «el partido soy yo», un ramalazo a lo Luis XIV que tan propio es de políticos que confunden aparato con propiedad privada. Es verdad que el PP valenciano con Camps fue de un gran apoyo para Rajoy pero también lo ha sido sin él, que por cierto se perdió el último mitin en la Plaza de Toros dónde Rajoy se permitió por primera vez en toda la campaña decir que iban a ganar. Camps no era el PP de Valencia aunque se considerara la última coca-cola en el desierto, y bien apartado fue para que no salpicara con sus penas el camino de Rajoy hacia La Moncloa.

Las palabras de Rajoy de gobernar en adelante sin tener que avergonzarse por lo hecho son la antítesis del desfile de «innobles» de la trama Gürtel que veremos pasar por el juzgado. Entre ellos Correa del que sólo existe una grabación lejana dentro de un coche y al que de nuevo vamos a poder ver, y escuchar. Esa la peor parte de todo lo que tiene Camps por delante, por su culpa revivirán los fantasmas de la trama Gürtel que tanto le costaron a Rajoy quitarse de encima (también Camps al que defendió como persona pero luego apartó como político porque no le gustaba lo que estaba viendo).

Ambos: Camps y Costa en el banquillo son la imagen del pasado imperfecto. Lo deseable es que puedan demostrar su inocencia pero mas les va a costar demostrar que actuaron de buena fe, y eso les descarta en un futuro político que Rajoy quiere llevar por un camino muy diferente a trajes y confecciones varias.

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