Hasta la vista, Mister Marshall

El 2 de abril de 1917 los Estados Unidos de América declararon formalmente la guerra a Alemania. La Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra o “la guerra que acabará con todas las guerras” entraba así a formar parte de las vidas de millones de seres humanos que hasta esa fecha se habían logrado mantener al margen de la misma. Muchas fueron las razones que les llevaron a tomar esa decisión: la guerra submarina total de los alemanes que no hacía distingos entre buques enemigos o neutrales, un patoso telegrama incitando a los mexicanos a unirse a su bando a cambio de el sur de los EEUU o, no conviene olvidarlo, las cada vez mayores probabilidades de que los alemanes acabasen ganando la guerra.

No es que los ciudadanos de los EEUU tuviesen una especial simpatía por los británicos entonces, sobre todo si tenemos en cuenta que en ese momento las dos minorías más importantes de su población eran la irlandesa y la alemana. Pero los británicos eran los dueños de los mares por lo que sólo a ellos les podían vender sus productos. La también neutral España se vio en una situación muy similar. Los negocios son los negocios y en aquella salvaje guerra los neutrales se llenaban cada día los bolsillos de dinero o de pagarés. Y por eso mismo, el hundimiento de los aliados de la Entente (Reino Unido, Francia, Bélgica, Rusia, Serbia…) hubiese significado una catástrofe monumental para las economías neutrales en general y la norteamericana en particular.

Cuento todo esto para hacer hincapié en el hecho de que en abril de 1917, por tanto, no sólo los EEUU declararon la guerra a Alemania, sino que además lo hicieron con urgencia porque cada mes podía ser el último. Aún así, únicamente desde mediados de 1918, es decir todo un año después, se puede hablar de que su aportación en hombres y materiales comenzó a ser significativa primero y decisiva después. Pese a las prisas, se tardó nada menos que doce meses en movilizar un ejército en condiciones.

Conviene retener este dato a la hora de tratar de explicar la reciente decisión del Presidente Obama de formalizar la total retirada de las tropas norteamericanas de Irak, sobre todo si a continuación nos preguntamos si no se nos estará ocultando algo de ese tratado de mutua colaboración entre EEUU e Irak, si se tratará de una retirada de verdad como dicen o sólo de mentirijillas.

Pues es lo primero… y también es lo segundo. Es lo primero porque las tropas de EEUU llevan años estando de más en el país y sacarlas era algo que debía haberse hecho incluso antes. Ni eran útiles en el combate casa por casa en que derivó el conflicto tras la caída de Sadam Husein ni fueron empleadas en labores de reconstrucción masivas con las que se hubieran podido ganar el corazón de los iraquíes. Tanto es así que en los últimos años el único aporte norteamericano realmente eficaz ha sido el helicóptero de combate y sus satélites espías. Dicho tanto por fuentes norteamericanas como iraquíes.

Sin embargo, y sin contradecir nada de lo arriba apuntado, también es una retirada más que nada de cara a la galería porque hoy día a los EEUU poner un ejército del tamaño del que desplegó por los campos de Francia entre 1917 y 1918 le llevaría unas pocas semanas. Sin olvidar que la punta de lanza podría desplegarse en unas pocas horas. Así que se van sí, pero sólo hasta la calle de al lado. Cuando quieran pueden volver sin mayores demoras.

¿Entonces? Entonces lo que hacen es dar un balón de oxígeno al presionadísimo gobierno iraquí para que parezca que ellos ya son los líderes de ejecutivo independiente y de una nación libre y soberana, cuando no son ni de lejos, ni lo uno ni lo otro. Claro que no podemos olvidar que esas mismas tropas tardarían las mismas semanas en ser desplegadas en cualquier otra nación del mundo libre, y las mismas horas su punta de lanza, con lo que tal vez sí, tal vez podamos decir sin miedo a equivocarnos que Irak es ya una más de las socias del club de las naciones libres y soberanas.

Carlos Aitor Yuste Arija

Historiador

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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