Andrés Aberasturi – ¿Avaricia o estupidez?


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Respetando, naturalmente, la obligada presunción de inocencia del señor Urdangarín que de alguna forma ha cuestionado la propia Casa Real al apartarle de los actos oficiales cuando aun ni siquiera está imputado en nada, respetando, digo, esa presunción de inocencia, hay una pregunta que desde hace mucho tiempo me vengo haciendo como creo que la mayoría de los seres humanos: ¿qué lleva al hombre o a la mujer que ya tienen mucho a querer más por los medios que sean? y la respuesta que me da casi todo el mundo es la misma: la avaricia. Pero no creo que sea siempre así.

En una obra de Benavente, el señorito quiere recompensar a uno de sus empleados en el campo y le pregunta qué quiere: la respuesta del trabajador es, para mi, desoladora pero al parecer muy real: «Quiero mando, señorito». Parece que a la gente le gusta el poder y una clase de poder -bastante despreciable para muchos de nosotros- es el que otorga el dinero, el poder entendido no como autoridad moral sino como una fuerza amenazadora coercitiva, chantajista.

Y pienso en Urdangarín porque es lo que ahora está saliendo y no doy crédito a lo que leo. Si es verdad todo o buena parte de lo que se dice, ¿qué le impulsa a casi un chaval con un pasado glorioso en el deporte, una situación económica desahogada para los restos, una vida social que puede llegar casi hasta donde él quiera a -presuntamente- participar en esa movida absurda para disponer, sencillamente, de más y más dinero? ¿Para qué más dinero? ¿Qué puede comprar alguien como él con más dinero? No lo entiendo y ya no sé si confío en que cuando todo esto se destape de verdad, pueda ofrecernos Urdangarín las explicaciones que nos debe a todos.

Y si nos vamos al cohecho-impropio-pasivo de Camps, vuelve a ser más de lo mismo pero en cutre. ¿Cómo es posible que el presidente de una comunidad se deje regalar ¡unos trajes!? Cómo se puede llegar a terminar una carrera política por culpa de unos miserables calzones y una americanas compradas en una tienda de clase media. Es que no das crédito.

¿Es avaricia lo que mueve a estas situaciones o sencillamente estupidez? Es que acaso pensaban -insisto en que sigo presumiendo su inocencia- que de ser verdad lo que se viene publicando nunca se iba a saber porque ser ellos quienes eran? Qué de recovecos tiene alma humana y qué difícil es a veces entender a la gente.

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