Charo Zarzalejos – El hundimiento.


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Casi cien mil parados más. Previsiones a la baja para los próximos meses y presagios de una eventual entrada de España en recesión, son datos que abruman y que además tienen un efecto acumulativo. Hace un mes estábamos muy mal, pero hoy estamos peor. El común de los mortales no entiende ni sabe bien que es el PIB, o la deuda. La mayoría, la inmensa mayoría de ciudadanos españoles lo que sabe, lo que sabemos todos, es que la situación produce agobio y desazón. Agobio por el propio presente que cada día es más duro y desazón, una enorme desazón porque es como si el futuro no existiera. La sensación más compartida es la de auténtico hundimiento. Hundimiento de los ahorros, hundimiento de los legítimos proyectos personales, profesionales y familiares, hundimiento, en fin, de un estilo de vida que, con toda seguridad no va a volver.

¿Excesivo pesimismo?. No quisiera. Más bien puro realismo porque cuando los datos son los que son y los vamos conociendo sin previa anestesia nada habría más deshonesto que vender humo. Y venden humo quienes osen , ahora que estamos en campaña, lanzar promesas de imposible cumplimiento o previsiones pretendidamente entusiastas. Las cosas son como son. Duras y dolorosas y cuando se está caminando en hielo se hace más necesario que nunca un buen refugio, una mínima dosis de confianza en los llamados a dirigir tanto nuestro país como los países que nos rodean. Se acabó la fiesta de las gracietas por mucho toque electoral que estas tengan, deberíamos castigar con nuestra indiferencia a quienes teniendo responsabilidad política se alejen, por intereses partidistas, de lo que realmente agobia a los ciudadanos. Por el contrario hay que prestar atención y respeto a quien se atreva a decir la verdad y nos diga que nos esperan tiempos de sangre, sudor y lágrimas y proponga, aunque duela, un rearme moral y ético para que lleguen a sentir vergüenza y mala conciencia quienes, sin mover una ceja, cobran indemnizaciones millonarias cuando con dinero público ha habido que paliar su pésima gestión al frente de entidades financieras. También un llamamiento moral y ético a quienes, por ejemplo, pudiéndose pagar un antibiótico acuden a la Seguridad Social para que lo financie. Hace un tiempo hubiera pensado que lo del antibiótico, además de una bobada, era el chocolate del loro. Ya no hay ni chocolate ni loro sólo una enorme sensación de hundimiento que no se aminora porque desde el Gobierno se diga que el paro ha aumentado por las medidas de ajuste de las Comunidades Autónomas. Ya vale.

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