Consuelo Sánchez-Vicente – Rubalcaba, ahora sí, pista al artista.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Más de una hora hablando con pasión y sin papeles de un proyecto político, una de dos, o eres un consumado actor o te crees lo que dices. ¿Cuál de estos dos casos es el de Rubalcaba? El tiempo lo dirá. Labia nunca le ha faltado ante el micrófono al nuevo candidato del PSOE ni como portavoz de los dos presidentes socialistas de la democracia ni en los variados ministerios que ha ostentado. Y pasión en la expresión tampoco. Pero, hasta ahora (de ahí la pregunta), siempre había hablado como «número dos» de otro, de otro presidente, de otro candidato, de otro líder. El sábado fue su primera experiencia pública como «número uno», y quienes han vivido esa experiencia dicen que la cosa cambia mucho. Muchísimo

El ejercicio del poder lleva aparejada la responsabilidad, y quien tiene el poder máximo en política, el presidente, el líder, es el máximo responsable del conjunto, gobierno o partido. Ante asuntos tan duros como el paro o como el terrorismo, con decisiones terribles que adoptar, la última palabra y toda la responsabilidad es, en exclusiva, del «número uno»; se habla de la soledad del líder en referencia a que está solo tanto ante el aplauso, la parte agradable del trato, como ante el peligro. Un vértigo que el experimentadísimo político que es Alfredo Pérez Rubalcaba nunca hasta ahora ha podido sentir, como tampoco la presión de vivir cada minuto de día bajo un foco que registra fielmente todos tus errores.

¿Es para tenerle pena? No, en absoluto, esto es voluntario y él está encantado y conoce el precio. Escribo esto a propósito de las criticas que está recibiendo por lo que ahora propone después de media vida en el poder «con mando» y la otra media «con mando» en la oposición, eso de que hay que escuchar, actuar y explicar más lo que haces, adaptarse a los cambios de una realidad que ha cambiado, reformar la ley electoral para atender la reclamación ciudadana de mayor «proporcionalidad y cercanía» de las listas, que los bancos paguen con los beneficios que sacan parte de los costes de la crisis que han provocado, o «algún tipo de control estatal previo» sobre los planes urbanísticos para combatir la corrupción, etc. Se puede estar de acuerdo o no con él, pero esta es la primera vez de su larga trayectoria que Rubalcaba es el único responsable de sus palabras y de que se correspondan (o no) con sus actos. No es procedente, en mi opinión, no es despacharle con que no tiene ninguna credibilidad porque aun está en un gobierno que no hace eso y lleva toda la vida votando incluso en contra de alguna de esas medidas. Lo procedente, para mí, es tomar nota (ahora sí), tanto si es para reprochárselo como para tomarle la palabra.

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