Consuelo Sánchez-Vicente – Hace falta valor.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Rajoy considera que hay que decir la verdad de lo que ocurre a los ciudadanos porque tienen derecho a saberla, y porque mentir (nos) no ayuda en absoluto a resolver los problemas sino hacer planes realistas. Una sociedad de personas adultas, como la española, creo que es lo que merece. Viene esto al hilo del reproche de «no ayudar» difundiendo datos que atentan contra la «credibilidad» de nuestra economía que volvió a lanzarle ayer al presidente del Gobierno al líder de la oposición como una pedrada; «no ayudar», la actual variante de la vieja y más bronca acusación anterior de «deslealtad». Punto uno, si de verdad cree Zapatero que el FMI o los famosos mercados necesitan que Rajoy esgrima en el Congreso los datos oficiales de la auténtica marcha de la economía española para enterarse de que la renta per capita ha caído en nuestro país a los niveles de hace ocho años por el enquistamiento de la crisis, o que los ingresos del Estado registran descensos históricos por el desplome de la recaudación de impuestos del primer cuatrimestre de este año ha sufrido un descenso histórico, está peor de lo que yo creía. Si para Zapatero la credibilidad de España depende de que disimulemos la verdad, o de mentir directamente, tiene un problema grave de percepción de la realidad

Ni como táctica partidista para movilizar al desmotivado voto socialista sirve, en mi opinión, seguir fingiendo, a no ser que Zapatero tenga de la inteligencia de sus votantes muy mala opinión. Todos los datos que llevó ayer el líder del PP al Congreso: que la recaudación del impuesto de sociedades ha caído el 14 por ciento y la de impuestos especiales el cuatro mientras que el IRPF y el IVA, los más poderosos del sistema, crecen respectivamente solo un dos y un once, son datos oficiales, o sea, públicos, y además publicados en los periódicos. ¿Quién piensa Zapatero que no sabe leer, el FMI o los votantes del PSOE?

En su informe sobre España el FMI advierte al Gobierno que aunque la reforma de la contratación colectiva que acaba de entrar en el Congreso tiene «cláusulas prometedoras», será necesario hacer otra «más radical», más «valiente», dicen, si no se logra de forma «rápida y clara» el nivel de flexibilidad laboral que persiguen las empresas. Once millones de trabajadores precarios, con los contratos temporales con el mayor índice de rotación de la UE, es el triste trofeo de las reformas adoptadas hasta ahora por este Gobierno: más los casi cinco millones de parados cuya ira yo creo que impide que estalle ese 30 por ciento de economía sumergida que se calcula que tenemos. ¿Nos lo callamos, Rajoy, o la prensa, para que no se enteren por ahí fuera, presidente, o se ata usted al timón? Lo que ahora toca, presidente, es ser todo lo «valiente» que situación requiere, o dejar que corra la vez y otro pueda intentarlo.

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