MADRID, 5 (OTR/PRESS)
La encuestas del CIS son siempre observadas bajo sospecha, una sospecha que no procede de los prejuicios de los analistas, sino que la institución se ha ganado a pulso con la elaboración, en muchas ocasiones, de una «cocina» sociológica a gusto del cliente, y téngase en cuenta que el cliente de turno es el partido que en ese momento esté en el Gobierno.
Se han llevado a cabo notables y honrosos esfuerzos para disipar estas sospechas, pero al Centro de Investigaciones Sociológicas le sucede algo parecido a lo que le pasa al Consejo de Seguridad Nuclear, que parece que lleva ya unos años menos contemporizador, pero que también tiene un pasado en el que no han faltado las connivencias con las empresas que tienen instalaciones nucleares.
Por eso mismo, ese resultado de que el PSOE vaya a perder las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha y Extremadura, puede ser una consecuencia seria del trabajo de campo, o bien, un globo sonda, tras cocer los datos con objeto de confiar a los votantes del PP o estimular la participación de los votantes socialistas. Naturalmente esto es una especulación, pero también las encuestas son una especulación, por mucho empirismo que le echemos al trabajo, porque depende de la manera de cruzar las preguntas y de muchos otros factores como la selección y distribución.
En algo tiene razón José Blanco, y es que el PSOE suele mejorar en las urnas las previsiones, y, además, en las municipales y autonómicas tiende a estrechar las diferencias, y no me extrañaría que en unas elecciones generales el PP lograra una distancia de un siete o un ocho por ciento, como tampoco que esa diferencia quedase reducida a un corto porcentaje en determinados distritos y territorios.
Hoy por hoy, la pelota está en el tejado, las papeletas estarán en las urnas y la intención en el pensamiento de todos.
