José Cavero – El estilo de Rajoy.


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Un fotograma que ha repetido estos días una cadena de televisión exhibe a Mariano Rajoy con su pasmosa relajación, o acaso pasotismo, como si las cosas no fueran con él, y diciendo algo así como «yo soy así». El modo de ser de Mariano Rajoy posiblemente es una asignatura todavía sin explorar suficientemente, y a la vista de lo que está ocurriendo en el PP asturiano, y en el PP, en general, es posible que haya que agregar datos nuevos a esa asignatura pendiente. El PP, según se ha sabido ahora, tenía el presentimiento, o el cálculo, de que Francisco Alvarez Cascos pudiera actuar como lo está haciendo, una vez que se diera portazo a su propósito de ser candidato a la presidencia de Asturias. Nadie mejor que él podía jugar y ganar ese partido, se coincidía en el partido. Pero también se conocían sobradamente las difíciles relaciones personales de Cascos con alguno de los dirigentes del PP asturiano, en particular Gabino de Lorenzo, su enemigo acérrimo y personal.

Conscientes de que la bronca se iba a producir, nadie hizo nada por evitarlo, y lo que tenía que suceder, está sucediendo: bronca de Cascos, y algunas deserciones de «peperos» airados. Y lo que es peor, replanteamiento de la «cuestión carácter de Rajoy», el hombre al que parece que le cuesta afrontar los problemas, y que prefiere que se resuelvan ellos solos, a ser posible sin su intervención. Es lo que está sucediendo: de momento, han intervenido en «el caso Cascos» los portavoces «coyunturales» navideños, González Pons y Javier Arenas, a la espera de que se reincorporen a sus tareas las portavoces habituales, Cospedal y Santamaría. Y por supuesto, el propio Rajoy. En cambio, Rajoy calla, y no se sabe si además otorga. Lo cierto es que trata de pasar inadvertido y esperar a que escampe y el caso se disuelva y desaparezca por sus propios méritos, que son escasos, como parecen demostrar las pocas decenas de militantes del PP que han preferido entregar su carnet, o romperlo, e irse con el despechado don Francisco.

Pero el silencio de Cascos lo han venido a rellenar sus adversarios tradicionales, que son las huestes (también menguadas) de Esperanza Aguirre: ella misma y su lugarteniente Ignacio González, como sucediera en vísperas del Congreso del PP de Valencia, han aprovechado la oportunidad para arremeter contra el líder y demostrar que está lejos de complacerles en ésta y en otras cuestiones… Por ejemplo, las preferencias que demuestra hacia el sempiterno rival de Aguirre, Ruíz Gallardón.

Rajoy sabe que este episodio no le hundirá, ni mucho menos. Si acaso, mermará sensiblemente las posibilidades de que el PP pudiera relevar al PSOE en la presidencia del gobierno asturiano. Incluso, no cabe descartar que Rajoy esté complacido porque se está haciendo mucha «publicidad» a su nueva aspirante regional, la hasta la semana pasada perfecta desconocida Isabel Pérez Espinosa, súbitamente entregada a la actualidad más rabiosa.

El Caso Cascos está aún lejos de concluir, y cabe suponer que terminará forzando a intervenir a Rajoy en las próximas horas, cuando ya casi todo se haya dicho. El goteo de bajas en el PP astur es muy escaso, y no parece que el chaparrón vaya a llegar muy lejos, aunque es evidente, como admite Ovidio Sánchez, presidente del PP asturiano, que harán daño.

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