Andrés Aberasturi – La ley sinde, un error dentro de otro error.


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

Intentemos poner las cosas en su sitio: la llamada «Ley Sinde» que tantas polémicas está generando no es sino un puñadito de líneas de algo que debería ser mucho más importante como es la famosa e incomprensible «Ley de Economía Sostenible», aquel hermoso título que se inventó sobre la marcha el presidente Zapatero y que anunció públicamente ante el estupor de los suyos que nada sabían del asunto. Luego se descubrió gracias a «ABC», creo recordar, aquel no menos famoso fax de Presidencia pidiendo con urgencia a los distintos ministerios ideas y propuestas para dar contenido a esa Ley que sólo tenía nombre.

Y todos a una empezaron a mandar cosas para ver si así lograban hacer un algo presentable en tiempo y contenido; se resucitaron viejos proyectos arrinconados, se inventaron disparates que no pasaron el filtro, se lanzaron proposiciones sin ningún estudio previo y poco a poco pero con cierta urgencia se fue llenando el cesto de la solemne Ley de Economía Sostenible. De cómo llegó hasta allí lo que hoy se debate como la «Ley Sinde» no es pues ningún misterio porque todo valía con tal de llenar el anuncio del presidente. Más difícil es responder qué tiene que ver una ley contra la piratería con la economía sostenible, pero esa pregunta resulta demasiado complicada para nuestros gobernantes. Hemos quedado en que valía todo con tal de que llegara la fecha y ZP pudiera presentar su gran proyecto aunque nada tuviera que ver con nada y hasta se propusieran cosas contradictorias. Para un Gobierno -y para una política en general- donde las formas son lo único importante, la pobreza y hasta el absurdo del contenido carecían de importancia.

Y así las cosas a la ministra Sinde le tocó cargar con el marrón de la una ley mucho más amplia y mucho mas incongruente. Y podemos ya discutir lo suyo una vez encuadrado el tema donde debe estar. Y lo primero que te viene a la cabeza son dos cosas: una reflexión necesaria sobre las nuevas tecnologías y la barbaridad de que no sea la Justicia quien decida cerrar una página web.

En mi profesión esas NT ha terminado con un gremio tan castizo y entrañable como el de los linotipistas y nadie ha puesto el grito en el cielo. Yo no estoy a favor de la piratería pero cuando se inventó el CD imagino que los fabricantes de vinilo lo tuvieron fatal y tampoco nadie puso el grito en el BOE. Y así todos los ejemplos que se quieran. Han dicho los tribunales que el intercambio es legal así que entre todos tendrán que buscar fórmulas que desde luego no pueden ser los cierres de paginas por decisión política. Y ya puestos a proteger derechos de autor, qué se puede hacer, por ejemplo, con los pintores que pierden todos sus derechos en la primera compra de su obra y no participan de las plusvalías que generan las sucesivas ventas de sus cuadros. Hay tanto sobre lo que pensar, que sacarse de la manga con prisas y tan mal una ley antipiratería ha sido un error incrustado en otro inmenso y absurdo error llamado Ley de Economía Sostenible.

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