Lorenzo Bernaldo de Quirós – No subáis los impuestos.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Si se pretende concentrar los incrementos impositivos en las «rentas altas», la pregunta es a quien se incluye en ese paquete. Si uno hace caso a lo que dice Leire Pajín, quien tiene un patrimonio mayor de 60.000 euros es rico, lo que convertiría en millonarios a todos los contribuyentes. Si se escucha a la vicepresidenta del gobierno, quien obtienen ingresos superiores a los 30.000 euros/año son clase media alta y es a ellos a quienes debe pedirse un esfuerzo «solidario» con los que menos tienen. En el siguiente gráfico se representa el porcentaje sobre la recaudación total con el que contribuyen a las arcas públicas cada uno de los tres tramos de renta que se han elegido.

A pesar de lo afirmado por el gobierno, España es un país de impuestos altos en comparación con la mayoría de los países de la OCDE y de la Unión Europea. Así, por ejemplo, el tipo marginal del IRPF en España se aplica a partir de los 53.407,2 euros/año, el gravamen más elevado para esos niveles de renta de todos los países de la OCDE. Por ejemplo, en EE.UU. el tipo máximo del impuesto federal sobre la renta, que es todavía el 31,1 por 100, afecta a las rentas superiores a 1.259.700 dólares. El aplicable a un ingreso similar al que en España se empieza a tasar con el marginal, 56.200 dólares, es el 13,9 por 100. También la fiscalidad que recae sobre las sociedades es superior a la vigente en la mayor parte de las economías de nuestro entorno y lo mismo cabe afirmar de ese singular impuesto sobre el factor trabajo que son las cotizaciones a la Seguridad Social.

Hace falta tener una imaginación portentosa no exenta de humor negro para considerar unos magnates, unos plutócratas a los españoles que ganan al año entre los 53.407 y los 60.000 euros. Si se tiene en cuenta la experiencia comparada, el tipo marginal del impuesto sobre la renta se aplica en la mayoría de los países desarrollados a partir de unos ingresos de 150.000 euros/año. Por otra parte, el segmento de los contribuyentes que soporta un tipo impositivo del 43 por 100 equivale al 5 por 100 del total y quienes superan los 60.000 euros/año suponen el 3 por 100. Aunque se expoliase a ese colectivo, la recaudación procedente de él sería insuficiente para tener un impacto significativo sobre cualquier estrategia dirigida a recortar el déficit público.

Ese mismo espíritu demagógico podría imputarse a cualquier intento de aumentar la fiscalidad sobre los dividendos, sobre las ganancias del capital o sobre el patrimonio. Alrededor de seis millones de españoles obtienen rentas por esa vía y parece excesivo calificarles a todos ellos o a la gran mayoría de millonarios. Para rematar la faena, la disminución de la rentabilidad del capital reduciría todavía más los ya escasos recursos disponibles para la inversión privada. De nuevo, esto agudizaría las presiones recesivas soportadas por la economía española y frenaría la salida de la crisis. En estos momentos, cualquier subida de los impuestos directos, indirectos o de ambos con la «benéfica» intención de yugular el déficit público es un error. Si en condiciones normales esa es siempre una mala receta para el crecimiento de la economía, en una recesión resulta letal. Sólo contribuirá a empeorar las cosas. La idea según la cual el aumento de la factura fiscal sería financiado por los «ricos» es pura demagogia para uso y consumo propagandístico.

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