Lorenzo Bernaldo de Quirós – Cuando llega la quiebra del Estado.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

La agencia de calificación Standard and Poor»s ha señalado los riesgos que plantea para España el brutal aumento del endeudamiento del sector público. Con Grecia al borde de la suspensión de pagos, las dudas sobre la solvencia de las finanzas públicas de los países con una ratio deuda/PIB creciente y con nulas perspectivas de recuperación de sus economías se han disparado. Como es lógico, España comienza a estar en el ojo del huracán y, como se comentó, hace meses en estos artículos existe una alta probabilidad de que el Estado no pueda conseguir los recursos suficientes para financiar un agujero de sus cuentas cada vez mayor y sin visos de reducirse. El fantasma de la «default», esto es, de la incapacidad de la economía nacional de hacer frente al pago de su deuda se cierne cual Espada de Damocles sobre la cabeza de la sufrida Hispania.

El Gobierno y algunos analistas sostienen que eso es imposible o exagerado porque la participación de la deuda en el PIB es inferior a la que tienen la mayor parte de los grandes Estados de la Unión Europea. Esto es una falacia, un ingenio contable para gente desinformada. Lo importante no es el volumen total de deuda, sino la capacidad de pago del deudor. Un país o una persona pueden tener unos niveles de endeudamiento bajos en términos absolutos, pero pueden también carecer de los recursos necesarios para pagarlos. En este escenario irán a la quiebra porque los acreedores no le permitirán ni endeudarse más ni postergar el pago de sus obligaciones. Como diría el viejo Holmes: «Es elemental querido Watson».

Por desgracia, España está en esa desagradable situación. La economía está en recesión y sin expectativas de volver a crecer por encima del 1 por 100 en, al menos, tres años. Los tipos de interés crecen por encima de lo que lo hace el PIB, lo que significa que la deuda crece más que la capacidad de pago del deudor. Los bancos y cajas que han adquirido casi el 90 por 100 de la deuda emitida por el Reino de España ya no podrán hacerlo cuando el BCE, ya lo ha anunciado, cierre la ventanilla de liquidez abierta en medio de lo más profundo de la crisis financiera. En este escenario quién va a prestar a un país en esas condiciones. La respuesta es nadie ni siquiera a un precio elevado porque todo el mundo sabe que la economía española está muerta o, al menos, en coma por tiempo indefinido.

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