Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Se llenan la boca de Constitución, pero…


MADRID, 6 (OTR/PRESS)

Como todos los años, asistí a la celebración en el Congreso de los Diputados de un nuevo aniversario de la Constitución. Hubo este año menos presidentes autonómicos que nunca -faltaron varios de los socialistas y todos los del PP; menos mal que sí estuvo, por primera vez, el lehendakari vasco–. Tampoco, como lamentablemente viene siendo habitual, estuvieron los ex presidentes del Gobierno Felipe González y José María Aznar, que sin duda encontraron ocupaciones más lúdicas y/o rentables que homenajear a esa Constitución con cuyas loas se llenan la boca. Conté varias ausencias de ministros. Menos gente, en general, que en otros aniversarios –espectacular ausencia del famoseo–, lo cual no tiene por qué querer decir nada, excepto que en esta ocasión, más que nunca, se hace sentir la necesidad de reformar algunos aspectos de nuestra Carta Magna. Si no acudieron algunos de los que más la defienden y no asistieron las fuerzas políticas que no lo hacen -nacionalistas, separatistas– ¿qué hace falta para ilusionarlos en torno a nuestra ley fundamental? ¿Quién queda para velar las armas?.

Pues queda la clase política instalada, parte de la cual, pero solo una mínima parte, comenzando por el propio presidente del Congreso, piensa que algo hay que cambiar para que todos se sientan más cómodos en el marco constitucional. Queda una clase política dedicada a atacar al contrario desde los corrillos de prensa ya tradicionales en este tipo de celebraciones en la Cámara Baja: aprovechan desde el «caso Haidar» hasta el secuestro de tres cooperantes en Mauritania para lanzar sus venablos y convencernos de que cualquier acuerdo constitucional -o de otro tipo_son imposibles. Quedan también los antiguos, los de la UCD, cada año más petrificados ante el espectáculo que contemplan en sus sucesores. Quedan algunos del primitivo PSOE: nunca falta el tan injustamente denostado Barrionuevo. Puede, lo ignoro, que muchos de los ex ya ni siquiera estén invitados a esta celebración.

Pero hay un cambio generacional y de mentalidad que resulta evidente, aunque los medios de comunicación, en no pocas ocasiones, se empeñen en no constatarlo. Que a la celebración del aniversario de la Constitución en el Congreso, que inaugura los fastos navideños, asistan mayoritariamente quienes ya no tienen poder decisorio, tiene necesariamente que significar algo. Algo en lo que tenemos, queramos o no, que pararnos a pensar. ¿Por qué va Carrillo y no Cayo Lara? ¿Por qué Patxi López y no Urkullu? ¿Por qué Montilla, pero no Artur Mas? ¿Qué hace que no estén los líderes sindicales –que preparan para entro de una semana una manifestación cuando menos complicada, porque se interpreta como dirigida contra la patronal–¿ Y ya que estamos, ¿por qué no encontramos allí al jefe de la patronal? ¿Cuál es la razón de las ausencias de Núñez Feijoo el gallego, del castellano-leonés León Herrera, de la madrileña Aguirre, entre otros presidentes autonómicos, de algunos de los más emblemáticos comentaristas radiofónicos y televisivos? ¿Por qué allí no están actores de renombre, escritores importantes, académicos consagrados, músicos de éxito?

Tengo una respuesta: porque les importa un bledo la Constitución. Porque tienen la sensación de que no hay que protegerla, cuidarla, porque no se sienten concernidos con el clamor que pide su reforma. Porque están convencidos de que lo artificial puede prolongarse. Porque les falta sentido del Estado. Porque el acto institucional que celebra cada año un nuevo aniversario parece ya acartonado. Falso.

Lo siento, siento mostrarme tan negativo: lo que escribo es lo que sentí este domingo, al acudir, con mi traje oscuro y mi corbata, a celebrar un nuevo aniversario de la Constitución, de cuya reforma soy, cada año, más partidario.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído