Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Aún quedan relevos necesarios


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Cuando las cosas no van bien, se impone un relevo. Más allá de que quien empieza a constituir una carga tenga o no una conducta moralmente idónea. Es lo que decidieron de común acuerdo el Gobierno y el interesado a la hora de buscar un nuevo director para el Centro Nacional de Inteligencia. Es lo que ocurrirá con los «segundos escalones» del CNI, a partir de esta semana. Y es lo que debería ocurrir en otros niveles del Gobierno y en algunos partidos de la oposición, comenzando por el PP. Hacen falta algunos cambios de caras, lo que, en el caso del Ejecutivo comandado por Zapatero, no deja de resultar curioso, porque la remodelación gubernamental se produjo la pasada semana santa, hace apenas tres meses; pero ya se constata que hay piezas en el Gobierno que no encajan.

Ha habido más de un suspiro de alivio tras la sustitución de Alberto Saiz por el general Sanz Roldán al frente de los servicios de Inteligencia españoles. Ahora, dicen todas las fuentes, toca acometer relevos secundarios en personajes tan poderosos en el Centro como el director operativo, coronel Francisco Montes, o la directora de Inteligencia, la filóloga Raquel González, entre otros. Yo diría que «la Casa» se va a ver sacudida, porque entre los planes de Sanz Roldán también figura, se asegura, la sustitución de la secretaria general, Elena Sánchez, con lo que toda la cúpula del «albertismo», incluyendo su jefa de Gabinete, una periodista toledana llamada Mercedes Pérez, será relevada en breve.

Fin de ese capítulo, porque lo cierto es que la llegada del general Félix Sanz Roldán se ha visto acompañada de numerosas muestras de satisfacción, incluido el PP, pese a que Zapatero desdeñó consensuar con este partido el nombre del nuevo jefe de los espías. A Rajoy, si ganase las próximas elecciones y fuese investido presidente, le tocaría gobernar con Sanz Roldán en el CNI durante dos años, salvo sobresaltos.

Otra cosa es cómo anda el Gobierno. Lo peor de la crisis del CNI es que ha evidenciado algo que hasta ahora apenas se susurraba: que hay divergencias entre algunos de los personajes que se sientan en el Consejo de Ministros, como la vicepresidenta primera y la influyente ministra de Defensa, por ejemplo. Además, en el Gobierno hay zonas que marchan mejor (Economía pese a todo, Exteriores, Interior, Sanidad) y otras que lo hacen bastante peor; a estas alturas, Zapatero, y el propio afectado, deben de estar muy arrepentidos de haber propiciado la ida de Manuel Chaves a Madrid para encarnar una inoperante vicepresidencia tercera. De la misma manera que no funcionan ni el Ministerio de Cultura ni otros que, como el de Igualdad, vienen de tiempos anteriores.

También se ha revelado como un error la salida de Ramón Jáuregui del grupo parlamentario: por muchas cualidades políticas que tengan Alonso y el delfín Madina, que las tienen, aún les falta recorrer un trecho para llegar a la veteranía política del hoy ya eurodiputado. Así, el funcionamiento de las dos principales ruedas del engranaje político del poder sería mejorable, como lo sería el de la «tercera pata», el partido, el PSOE, que, aun con una persona de la valía de Leire Pajín al frente, se resiente del alejamiento del imaginativo y correoso José Blanco, que parece estar contentando a todos con su labor en el decisivo Ministerio de Fomento.

No creo, por supuesto, que Zapatero se atreva a forzar ahora otros cambios en el Gobierno, en el partido o en el grupo; no de manera inmediata, al menos, aunque sí es más que probable que lo haga el año que viene, para reforzar a su equipo ante las importantes elecciones locales y autonómicas de mayo de 2011. Ahí se lo juega todo, y tiene que mover peones, incluyendo candidatos a las presidencias autonómicas (Rosa Aguilar «suena» para Andalucía, por ejemplo).

Sin ánimo de repetir lo que es ya un tópico, pienso que en el principal partido rival, el Popular, Mariano Rajoy, que ya no puede ni enfrentarse a los periodistas que le preguntan por el tesorero Bárcenas, tendrá que tomar una determinación ya, sin esperar a la tregua vacacional. Sus dilemas son menores que los de Zapatero, pero también menor es su capacidad de resolución, y Bárcenas sigue enseñando papeles que teóricamente le liberan de responsabilidades dolosas. Lo malo es que el daño, para el PP, ya está hecho, y aumenta cada día que Bárcenas pasa en su despacho de la desde de la calle Génova.

FERNANDO JAUREGUI

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