Andrés Aberasturi – Instalarse en el disparate.


MADRID, 1 (OTR/PRESS)

Resulta alentador que a estas alturas el ex presidente González pida una reflexión sobre temas que hasta ahora estaban prohibidos en el esa izquierda gestual que es este PSOE. Si hace ya unas semanas González no sólo admitía, sino que recomendaba, abrir un debate o una reflexión sobre lo que hasta ahora era un dogma de fe en la izquierda, el NO rotundo a la energía nuclear, hace poco se planteaba algo aun más serio y evidente para muchos que venimos poniendo el grito en la nada sobre el tema: el estado autonómico tiene que tener límites y más aun en tiempos de crisis.

Pero todo parece inútil frente al monolitismo de ZP, de un Gobierno hecho a su imagen y semejanza y de un aparato que en Ferraz se limita a dar la razón en todo al presidente: ni reforma laboral, ni reflexión sobre las nucleares, ni un detenerse un minuto para ver cómo funciona y cuánto cuesta un Estado autonómico desmadrado en lo económico, equivocado en algunos servicios y claramente impresentable a la hora de pactar apoyos en esta democracia cada día mas aritmética y menos «humanista» en la que las ideas y los votos para alcanzar la mitad más uno tienen un precio que se negocia y se pacta con un derroche de cinismo impropio de lo que debería ser algo más que un sistema de gobierno.

Está más o menos claro que la fuerza de la realidad impondrá la denostada reforma laboral que de ninguna manera significa unívocamente despido libre ni recorte de derechos, sino la adecuación necesaria y cada vez mas urgente de unas relaciones laborales que ya están caducadas y superadas.

El tema de las nucleares no va a ser tan sencillo porque cuando algo se elige como bandera, como seña de identidad, resulta muy costoso renunciar. Y la izquierda en general sigue sin entender que una central en el año 2009 nada tiene que ver con lo ocurrido en Chernobil y que por muchos molinos que se pongan (habría que discutir su impacto ecológico) hoy por hoy es imposible ni tan siquiera pensar en ellos como una alternativa.

El tercer tema, el más político y delicado, es que el Estado autonómico a día de hoy y sin los reajustes necesarios (más bien se desajusta cada vez más desde que ZP se sintió llamado a hacer la segunda transición), a día de hoy, insisto, mantener y aumentar el Estado autonómico es carísimo, no funciona en muchos sectores (sanidad, educación, justicia o caja única) y ha trasladado los indudables problemas de un centralismo nefasto de Madrid a la capital que toque de la autonomía. No se trata de volver a lo anterior, lógicamente pero sí de replantearse si aquel «café para todos» ha dado los resultados esperados o ha llegado ya el tiempo de corregir detalles, disminuir el gasto y reflexionar incluso si no es absurdo lo que sólo fue un ejemplo sin importancia que surgió en la ya famosa cacería del ex de Justicia: que un cazador tenía que tener 17 licencias de caza. Sólo es un ejemplo menos que si se extrapola a situaciones más delicadas nos dejarían claros algunos disparates importantes. Pero es que dar trabajo a más de tres millones y medio de funcionarios sólo se puede hacer disparatando. Y ni ahora en plena crisis ni en momentos de estabilidad, instalarse en el disparate es la mejor salida para nada.

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