Luis del Val – Predican, pero no dan trigo.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Cada vez que aparece un tipo en la tribuna y dice con cara compungida que hay que abrocharse el cinturón, sospecho que la barriga de sus cuentas corrientes será bastante amplia.

Paul Krugman, el Premio Nóbel que nos dijo hace poco que teníamos que hacer muchos sacrificios en España para salir de nuestra horrorosa situación económica, nos cobró unos 100.000 euros por venir a corroborar lo que ya sabíamos. No voy a añadir la demagogia de que viajó en primera clase, porque si Dios hubiera querido que el hombre viajara en clase turista lo hubiera creado muchísimo más pequeño y menudo.

Los consejeros de las empresas del Ibex, las que marcan el compás de las cotizaciones de nuestra Bolsa, cobran aproximadamente el doble que sus homólogos europeos. Por calentar el culo en la silla, una vez al mes, o menos, si no hay peligro, se llevan a su casita unos 100.000 euros. Hay que reconocer que los consejos de administración son aburridos, pesados, algunas veces duran un par de horas y, encima, a lo peor, hay que ir a almorzar a algún restaurante de cinco tenedores, o quedarse en el comedor privado, con un catering similar.

Pero lo mismo soportan los franceses, por ejemplo, y ellos cobran la mitad, son empresas del doble de tamaño, y, por cierto, los trabajadores de las empresas francesas cobran más que los trabajadores de las empresas españolas.

Es difícil que no pase una semana, sin que nos enteremos de un consejero autonómico que se ha marchado a algún lejano continente para abrir una ¿embajada?, un alcalde que se ha reformado el despacho, o un concejal que ha decidido ponerse un cuarto de baño junto a la nueva sala de reuniones.

Cada vez que sale un tipo y dice que debo sacrificarme no suelo encontrarle ninguna autoridad moral, ni ética, para sugerirme lo que él ni hace, ni piensa hacer.

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