MADRID, 26 (OTR/PRESS)
Esa es la impresión que compartió el presidente de la comunidad catalana, el molt honorable José Montilla, en un encuentro con unos pocos periodistas del que ha dado cuenta este viernes el diario La Vanguardia. Según Montilla, el pacto de la futura financiación autonómica está ya muy cercano, algo sobre lo que sigue mostrándose mucho más escéptico su conseller de Economía y Hacienda, Castells. Montilla, además, expresaba su satisfacción personal por el hecho de que «se está cumpliendo nuestro guión -el del Estatut de Cataluña- para cambiar el modelo: Se está cumpliendo con el guión pensado y lanzado desde Cataluña. Según dio a entender Montilla, primero aceptó ese «modelo catalán» el propio presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y después lo han hecho las restantes comunidades autónomas, modificando a fondo el sistema de financiación. Es curioseen efecto, cómo Montilla se atribuye los mayores méritos del acuerdo y de su aceptación «general». Pero insiste en que todos los elementos que se han mencionado en la ronda de consultas de Zapatero con otros presidentes autonómicos surgen de la propuesta catalana y fuerzan a una redefinición del sistema, que tenga en cuenta la población, el efecto de la inmigración sobre el crecimiento poblacional, el esfuerzo fiscal, la nivelación de las atenciones básicas en Educación, Sanidad y acaso Justicia, la igualdad entre los ciudadanos, e incluso la que Montilla llamó «aportación gallega», o idea contenida en Pérez Touriño, partidario de que también la financiación autonómica tuviera en consideración la necesidad de atender las lenguas cooficiales, en su caso el gallego.
Para Montilla fue, sin duda, clave, el apoyo de Esperanza Aguirre al proyecto. Madrid presenta, en efecto, unas necesidades y unos planteamientos muy próximos a los catalanes: gran población, y creciente en los últimos años por causa de la inmigración, gran aportación al Estado, y sensación de que da mucho más de lo que recibe… A Aguirre le habría convencido, a primera vista, «el modelo catalán» de Montilla y Castells, en el que debe predominar, por encima de cualquier otra peculiaridad, la atención a cada uno de los habitantes, dejando atrás el modelo de los últimos años, que proporcionaba mayor cuantía a los extremeños, castellanos y asturianos que a los catalanes o madrileños, por la valoración que se hacía de la despoblación y envejecimiento del territorio. Tampoco parece que desagradara al presidente valenciano, Francesc Camps, aunque se mostró mucho más escéptico hasta conocer la letra completa de la fórmula… Pero ya se ha podido comprobar en los últimos días, hasta qué punto el entusiasmo de Esperanza Aguirre, y el «acuerdote principio» de Camps están lejos de complacer al PP. Primero Dolores de Cospedal, y ahora Javier Arenas, han advertido que no es posible que Zapatero «pueda engañar a todos a un tiempo», dándoles satisfacción a unos y otros. Cospedal y Arenas han coincidido en que Zapatero «ha dicho a cada presidente lo que éste ha querido oír». Pero insisten en observar que no puede ser tan sencillo, y que habrá regiones que pierdan sobre el modelo que ha estado vigente en los últimos años.
Cosa distinta es el plazo en el que el nuevo pacto autonómico podría quedar cerrado. Se supone que estos días, los técnicos de Hacienda, con Solbes y Ocaña a la cabeza, están terminando de cerrar el famoso «sudoku», tanto de que a todos complazca -podrían mejorar todas las CCAA sus ingresos con relación a los que ahora tienen, pero unos más que otros, en atención a los criterios que se vayan a aplicar. De eso se trata. Luego, queda por reunir, para debatir y en su caso aprobar, esa reformulación, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, el organismo en el que el Gobierno central y los gobiernos autonómicos deberían darle visto bueno final, antes de su entrada en vigor. Todo eso aún requiere su tiempo, por más que Puigcercós insista en que el 31 de diciembre debería estar todo «atado y bien atado» o, de lo contrario… «se echarían al monte».
José Cavero.
