No más Mentiras

Antonio García Fuentes

V I A J E A M A R R U E C O S (ABRIL 1993) (XVIII y FINAL)

V I A J E A M A R R U E C O S
(ABRIL 1993)
(XVIII y FINAL)

Creo haber dicho algo ya sobre el pan, pero reitero que en todo Marruecos hemos comido un excelente pan «amasado y cocido como Dios manda» y por ello mismo…»sabe a pan» (en mi tierra ya no sabemos, «ni de que rayos lo hacen y menos como lo «hacen» y por tanto su calidad es deplorable – en esto como en tantas cosas, «las técnicas modernas empeoran más que mejoran las cosas») igualmente es destacable «la dulcería marroquí», por su extensa gama y su buena preparación… «al César lo que es del César».
Hemos tardado mucho más de lo que esperábamos, en realizar esta comida, ello debido a la aglomeración de clientes que acudimos y para lo que este restaurante no estaba preparado; por ello tardan en servirnos y cuando terminamos, tenemos el tiempo justo para volver al lugar donde nos espera el autocar, así es que de «reposo o sobremesa, nada de nada»… nuevo contratiempo a anotar en los sufridos a lo largo de éste viaje.

Antes de dirigirnos al puerto, Carlos hace unas severas advertencias a todo el grupo y ello en relación a la droga conocida como «hachís» y que aquí en Marruecos se puede comprar con gran facilidad (y los nativos que quieren, la consumen con la normalidad que nosotros el tabaco y sin que el gobierno se inmiscuya en ello… «puesto que son costumbres de siglos»).
¡Ojo! (nos dice y continúa) ¡Si alguien ha comprado hachís, pensando en su consumo, en la venta o «en lo que sea… que lo tire inmediatamente!… ¡No nos vaya a meter en un lío a todos los que vamos en el grupo!. Sigue aclarando, que ello está muy perseguido en la aduana española y que incluso existe la maldad de que el mismo que te lo vende… «luego denuncia al grupo que lo porta»… puesto que parece ser que incluso hay «recompensa»…?.
Aclarado todo esto «sobre las drogas», se da orden de partida y seguidamente marchamos hacia el puerto… Aquí empiezan las contrariedades e informalidades, puesto que no sale el barco a las 15.30 y que era su oficial hora de salida… a duras penas y tras larguísima espera de más de hora y media podremos embarcar. Me despido de Nordín, agradeciéndole todas sus explicaciones y respuestas, ya que sin ellas, este relato no hubiese sido posible… Incluso pretende regalarme una «kandora» que le he encargado me comprara (túnica de algodón y seda) y que aquí se adquieren a precio bastante económico… por descontado que no acepto ello y tras insistir varias veces, consigo pagarle y agradecerle ello, prometiéndole que cuando termine este relato, una de las primeras copias y aun cuando el mismo no se edite… yo le enviaré un ejemplar, para que tenga un recuerdo de este viaje y de su colaboración en la realización de «un libro». Cumplí ello y me consta que lo recibió.
Embarcamos sobre las 16 h. y ya embarcados, «ni se sabe a la hora en que saldremos», en esta nave, cuyo nombre es el de, «Boughaz» y está matriculada aquí en este mismo puerto en 1974; menos mal que este barco tiene muy buenas instalaciones y resulta cómodo el esperar en las mismas una nueva y larga espera, que «nos va a romper todas las previsiones que tenemos hechas, hasta llegar a nuestra casa». En la espera se habla, se pregunta y «nadie sabe nada de nada», se indica incluso la palabra «soborno», se dice que … «hay una caravana de camiones holandeses a puntos de llegar y…», «que incluso algún autocar turístico ha tenido que pagar «propina» para embarcar»… «se comenta que en este país, estas irregularidades son lo normal («la mordida mexicana, sale en la conversación») e incluso Carlos asegura que «ha tenido que pagarla hoy mismo», puesto que pretendían -según él- que el autocar siguiese en el próximo barco y nosotros (los viajeros) que esperásemos ese segundo embarque, en Algeciras… «algo demencial si en verdad ocurrió así», puesto que conviene decir, que en los viajes organizados, antes de ser realizados, ya se tienen las reservas de todo,todo, todo…?.
Incomprensible todo ello en un país que dice y quiere «aproximarse a Europa». En resumidas cuentas, que cuando el barco suelta amarras e inicia las maniobras de desatraque… son ya las 17,40 horas, o sea que salimos con dos horas y diez minutos de retraso y sin que nadie se haya molestado en darnos explicaciones de tan considerable retraso, ya que lo lógico hubiese sido ello, pero desafortunadamente… «aquí en ciertas cosas, no parece ser que existan responsables y responsabilidades a pagar»… y ello es una pena, pues… ¿este gobierno, piensa, por ejemplo… si algunos viajeros tienen que tomar un tren en Algeciras o un avión en el aeropuerto de Málaga o Jerez de la Frontera y les entretienen unas horas, en una… que suponemos debe ser… «línea regular de viajeros, todo lo que de perjuicios crea el incumplimiento de un simple horario?… No, creo que aquí no piensan que este es… «un puente entre dos continentes»…?
Felizmente llegamos al puerto de Algeciras a las 19.30 (hora marroquí) y como en España, «vamos dos horas por delante del Sol», aquí ya son las 21.30 de la noche. Hemos tenido muy buena travesía, mar tranquilo, e incluso hemos disfrutado de una muy bella puesta de Sol en el mar; pero las molestias no han terminado, ya que a las propias que ocasiona el desembarque y las que resultan sofocantes, puesto que la nave viene abarrotada de pasajeros y vehículos… tendremos que soportar lo que podríamos denominar caritativamente como… «un capricho español» (me explico).
Pasamos muy bien y rápidamente la aduana con el equipaje de mano, los «carabineros» de servicio no se preocupan en absoluto de lo que podamos llevar en ellos (tampoco registran a la gran cantidad de marroquíes (emigrantes) que pasan cargados «hasta los topes» de diversos bultos y maletas, algunos de gran tamaño) y pese a que en el barco -incluso- hemos podido comprar lo que hubiésemos deseado y dentro de las tiendas «de franquicia» que en el mismo existen; y en las que muchos, han comprado «bastante tabaco» (yo, incluso una caja de «habanos Davidoff») y otros artículos… Pero ya fuera de la aduana y esperando al autocar en el lugar que nos ha indicado Carlos, aparece éste y muy indignado nos dice que… «la jefe de aduanas (es una mujer) que está de servicio», quiere que saquemos todos los equipajes de «la panza del autocar» y que los subamos a la estación de embarque, para que lo revisen los carabineros… Insólito todo ello, puesto que, con nosotros -repito- han pasado cientos de marroquíes cargados con equipajes mucho más voluminosos que los que llevamos nosotros y no hemos visto retener a ninguno, para el clásico «muestreo»; y sin embargo, a los turistas españoles (vienen muchos más) pretenden ello, o sea, obligarnos a descargar y subir por unas empinadas escaleras, los más de diez metros de altura, que nos separan del puente o instalaciones de embarque y aduanas… Todos sorprendidos y bastante cabreados, decidimos ir a protestar ante esta señora «tan celosa de su trabajo». En la puerta nos encontramos un fornido «cabo primero» de la Guardia Civil, el que dice que «cumple órdenes» («parece ser que es el que manda») y que… «maletas al suelo»… hay discusión con este gendarme, se cruzan «buenas y malas palabras», sale «la jefa» y reitera lo de…. «maletas al suelo»… le hablo yo («ya le han hablado otros diez») y le digo y razono… «Señora, venimos hartos de viaje, le explico los retrasos abusivos en el puerto de Tánger, que queremos cenar en un lugar ya previsto, que somos «gentes de bien», que no traemos contrabando y menos drogas, que vienen muchas personas de edad avanzada (jubilados) que no podrán portar las maletas y equipajes, que -incluso- una parte del grupo viene con… «diarreas» (es verdad, algunos vienen sufriendo los grandes «retortijones» que les producen las diarreas, que al parecer, son frecuente el cogerlas en Marruecos)… A pesar de ello… «maletas al suelo» y allí, a pie de autocar (menos mal) realiza personalmente «la propia jefa», un rápido muestreo, para lo que elige no más de seis u ocho bultos al azar y los que han de ser abiertos ante ella (quizá mis palabras han servido para «algo» y al menos no hemos tenido que subir los equipajes) y… «nos deja partir sin más contratiempos». De cualquier forma en todo este trasiego, nos han entretenido más de una hora y nos han estropeado una «cena española», que pensábamos realizar en «La Carihuela» y ya en Torremolinos, donde pensábamos degustar ese famoso y exquisito «pescao frito malagueño»…?.
En fin, al final… «hasta los nuestros nos han molestado innecesariamente»… ¡Vaya un día de viaje!.
Y la verdad es que… tanto aquella «jefe de aduanas», como el citado cabo primero, decían que… «cumplían órdenes concretas y superiores»… y si ello es así… ¿Qué objeto tiene el molestar sólo a los españoles?… ¿Para que no salgamos al extranjero y por cuanto nuestra economía está en una preocupante crisis?… Todo esto nos ha resultado muy chocante, absurdo o «yo que sé».
Salimos de Algeciras -por fin- cabizbajos y bastante «cabreados» y en un silencio que… «se masca en el autocar» y… «ciscándonos en los dos gobiernos y en sus fieles servidores», ya que en ambas orillas del «estrecho», nos «han toreado y bien toreados».
Son más de las 11.30 cuando llegamos a la localidad malagueña de Estepona y allí se efectúa una parada de «circunstancias», para que cada cual cene donde y como pueda; y ello en sólo treinta minutos, que son los que se nos conceden.
Fácil es suponer «la cena de cada cual». Mi esposa y yo (por ejemplo) entramos en un modesto bar y casi por suerte, nos pueden preparar dos bocadillos (uno de queso y otro de jamón y los que compartimos) con los «dos únicos bollos de pan que les quedan a estas horas»; los que acompañamos con unos vasos de cerveza «al grifo» y… a la calle. Desde este bar (afortunadamente tiene instalado teléfono público) hemos podido llamar a casa, contando escuetamente lo que ocurre y que… «esperamos llegar sobre las 4,30 de la madrugada).
De regreso hacia el autocar, encontramos al paso «un puesto ambulante de helados» y compramos «lo que será el postre de tan memorable (y triste) cena»…?
Ya en el autocar… Emprendemos el regreso; y dormitando (o durmiendo ya profundamente) algunos; llegamos al área de servicios de la autovía, situada al paso por la ciudad granadina de Loja y donde se nos da un «respiro» para bajar al bar… de vuelta, aún me queda un poco de sano humor y ánimos… «y les improviso una parodia a mis compañeros de viaje, simulando ser uno de tantísimos vendedores ambulantes y tratando de venderles… unos platos de cobre que lleva mi esposa a la mano» (ni recuerdo a la hora en que se produce este absurdo hecho, en el que y en cierta medida… «desahogo la mala uva que traigo conmigo». Ni que decir ello, el que con «esta bufonada» (que realizo con toda la buena fe del mundo) se crea un cierto jolgorio; y el que sirve para «levantar nuestros muy decaídos ánimos viajeros», lo que nos saca -un poco- del «peso soportado durante todo este inolvidable día», en el que tantas cosas nos han ocurrido a lo largo de esos… «setecientos u ochocientos kilómetros, que vamos a recorrer por tierra y mar… y creo que también en el aire»…?.
Y… ¡¡Por fin!!… llegamos a nuestro destino, en el que afortunadamente se encuentra nuestra hija menor (Ana) la que nos «recoge» con su automóvil y nos ayuda en los equipajes… «en el mismo lugar desde donde partimos para este largo viaje».
Cuando «caigo en mi cama», son casi las cinco treinta de la mañana del día once de abril de 1993… («Domingo de Resurrección»)…?

F I N

Jaén, 28 Mayo 1993 (Fecha en que terminé de redactar este muy largo relato)

Antonio García Fuentes
www.jaen-ciudad.es (aquí muchos más temas)

Jaén: 1 de Septiembre del 2018

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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