No más Mentiras

Antonio García Fuentes

V I A J E A M A R R U E C O S (ABRIL 1993) (X)

V I A J E A M A R R U E C O S
(ABRIL 1993)
(X)

Continúa diciéndonos Nordín… «Marruecos es muy rico en agricultura y ganadería y aquí, nadie se muere de hambre o pasa necesidades de alimentos…¬ «; así terminan «estas valoraciones» de cosas y causas que por lo intangibles de las mismas, son difíciles de calibrar en una justa medida… «sencillamente por que el hombre es siempre desgraciado y casi siempre desea lo que no tiene»… «para -muchas veces- cuando ha obtenido aquel deseo, hastiarse del mismo y desear otro nuevo…?»
Seguimos subiendo por esta -muchas veces- empinada carretera y vamos ascendiendo a cotas de nivel, donde ya las vertientes son «peladas extensiones de tierras y pedregales estériles»,
los que llegan hasta las cumbres que desde el autocar divisamos.- Nos cruzamos con algunos camiones y que son de gran tonelaje, lo que nos sorprende, pues imponen bastante estos vehículos pesados, cuando «aparecen» por una de estas muy cerradas curvas, siendo sorteados hábilmente por Paco, nuestro conductor, al que en todo el viaje «no le boy a notar ni un solo fallo», lo que confirma que se trata de un muy buen profesional «del volante». La carretera se va convirtiendo en, «una larga serpiente de asfalto, la que sinuosa se va elevando en sus casi cerrados anillos, hacia las alturas del puerto ya mentado». Imponen (a algunos da miedo) estas alturas, cuyos precipicios «son bellísimos», precisamente por «su dureza»; apenas algunas matas vegetales viven aquí, tampoco se aprecia fauna alguna «ni de pelo ni de pluma»… «supongo que de escamas, si que habrá algún representante de ese variado reino de los reptiles»… curiosamente ni he visto siquiera buitres, ni otro tipo de carroñeros (cuervos, urracas) que suelen ser habitantes de las montañas. Después veré (al otro lado de la cordillera) y cercana a la carretera, a… «una bestia muerta» (asno, mulo, caballo) el que se apreciaba «entero», pero seco, apergaminado, «casi momificado»… Aquel cadáver debió ser consumido por el calor del Sol y la acción del propio aire o viento, «elementos» que han debido suplir a «los enterradores de la Naturaleza» (los carroñeros antes mentados) los que -al parecer- por aquí no existen.
A lo largo del trayecto recorrido hoy, vamos a notar que en cualquier lugar, por apartado o pequeño que sea (o nos parezca a nosotros) aparecen las escuelas estatales, generalmente son dos módulos, en los que se atienden a niños y niñas y en ambos (la escuela es aquí «mixta») en la enseñanza obligatoria, que impone «y mantiene», el gobierno del estado. Veremos -incluso- a los escolares en pequeños grupos que se irán «diluyendo», al andar por los campos, en dirección a las escuelas o de regreso a sus hogares y la verdad… «se aprecian chavales sanos y ágiles» y se supone que «están controlados, para que cumplan esa obligación». Se supone que igualmente «estarán controlados», sanitariamente y por aquello que dijeran los griegos de… «cuerpo sano en mente sana…» y no: «no me he equivocado al decirlo adrede y al revés»… Pues… «si somos creyentes (yo lo soy) y creemos en el alma (que es lo imperecedero) lógico que sea esta… «la que contenga al cuerpo»… porque este sí que evidentemente perecerá y desaparecerá… «tragado por la tierra Madre». Así es que lo que se ha dicho de… «mente sana en cuerpo sano», creo es un error… «aquellos sabios -griegos o no- debieron decirlo «correctamente» (supongo)…?.
Hemos pasado a la otra vertiente de esta cordillera y en estas cimas y tras «el desierto dejado atrás», encontramos rebaños de ovejas que pastan en unos pastos que allí existen y los que prácticamente se encuentran «pegados a aquellas cortezas rocosas» y deduzco ello por su pequeñez; sin embargo son compactos y deben contener un buen alimento, ya que a simple vista se observa que aquel ganado «prospera bien en estas altitudes» y ello lo denotan las largas y espesas «guedejas» de lana, que cuelgan de los costados de estos animales, a cuyo cuido se ven pastores, auxiliados por perros. Observo un poco después, unos «extraños árboles»… son coníferas de alta montaña (Pedro: un compañero de viaje, cirujano de profesión, me asegura que son «sabinas»…?)(luego lo consulto en mis archivos y parece ser cierto, existen incluso en las sierras de mi provincia y otras partes de España… «alguna variedad diferente, estimo por lo que al parecer existe una variada gama en esta familia de «las sabinas», que efectivamente y como deduje, son coníferas de alta montaña)… Pero en el momento que escribo el relato, a mi no me importa el nombre o denominación de aquellos árboles… lo que me seduce y atrae, es su forma «atormentada» (rugosos y muy gruesos troncos y raíces, algunas fuera de las rocas en cuyo suelo están «agarrados», tienen muy poco ramaje y muy espeso) asemejan y me parecen… «grandes monstruos, que han luchado en mil batallas, sin moverse de estas soledades»… se encuentran «salpicados» por las pedregosas y muy empinadas laderas y con parte de sus raíces al aire, enormes (digo)… ¿Cómo nacieron, como se reproducen y mueren, cuantos años (o siglos) aquí en su terrible lucha por la vida?… algunos ya están muertos (secos) y para mí son (o representan) todo un mensaje para quien… «se atreve a pensar en la vida» en estas cumbres, donde sus «compañeros» son… todas las inclemencias de estas altas cimas… castigadas por el viento, la ventisca, la nieve, el hielo, el Sol y como soporte, pedregales impresionantes… «maravillosa estampa para un poeta, o… para un pintor (pienso)».
Seguimos viajando y un poco después, hacemos una nueva parada en un poblado y donde existe establecimiento de comidas y bebidas a pie de carretera, para el que lo desee, tomar allí «un refrigerio» (antes hemos efectuado algunas paradas, en lugares inhabitados, para tomar algunas fotografías o comprar algunas «piedras», ya que los vendedores de éstas -ya lo dije- se encuentran instalados -muchas veces apostados- en cualquier lugar de «la ruta turística»).
Seguimos viaje y boy observando que en este lado de la cordillera, los poblados parecen más prósperos… «sus mezquitas, son mas grandes y destacan en el entorno, por su más sólida construcción»… ¡Oh la religión y «sus» templos al Dios todopoderoso!
Seguimos «bajando» hasta llegar al desierto (o pre desierto) y donde «veo morir un río»… el que se pierde en una de aquellas minúsculas zonas cultivadas, similares a las ya descritas y que existen en la otra vertiente… aquí es al contrario («allí aprovechan el agua desde donde esta encuentra la primera tierra y aquí hasta que puede regar la última») pero intrínsecamente es lo mismo… «el río muere bebido por la tierra de este terreno, que está situado al final del recorrido de este río («o arroyo») sin nombre y donde recogen hasta «la última gota de agua», que baja de vete tu a saber que alturas del imponente Atlas… «que es el verdadero padre de la vida en gran parte de este extenso país»
Ya estamos en el desierto (hace mucho calor) y el paisaje que nos rodea así lo confirma; nos encontramos en un poblado anexo a la Alcazaba de «Ben Haddou»… nos hemos detenido en un altozano próximo para admirar esta bella edificación (declarada patrimonio «mundial» (de la humanidad) y por ello en reconstrucción).
Nordín nos informa y dice que… «fue famosa y estratégicamente situada, para el comercio de las caravanas del desierto, controlado en gran parte por los judíos de entonces, que aquí vivían»… hoy son venerables y bellas ruinas.
Comemos aquí y en un modesto restaurante que lleva precisamente el nombre del lugar («Ben Haddou») nos sirven un «tagín» como plato fuerte, antes nos han servido una ensalada de verduras, de bebida solo hay agua, café y te (el chófer del autocar nos facilita unas latas de cerveza)… yo como bien («suelo adaptarme a lo que hay») a algunos no agrada «el cordero del desierto» (que es parecido al de anoche) visitamos las mencionadas ruinas de esta fortaleza (hemos tenido que atravesar a pie un riachuelo «que da vida a este oasis») al paso encontramos modestas tiendas de artículos propios de aquí y las «consabidas piedras del Atlas»; uno de estos comerciantes, pretende «cambiarle a mi esposa una bonita blusa floreada que lleva y los zapatos que calza, por cosas de su tienda»… sorprendida por ello no acepta y sonreímos por este hecho, chocante para nosotros, pero al parecer aquí, la compra, la venta, o el trueque… «suelen ser normales».
Sufrimos incomodidades y más calor en este recorrido, regresamos al autocar, se da tiempo «para compras», yo declino «la oferta» y me refugio en la sombra que proporciona el vehículo… «acuden a mí algunos niños pequeños y me piden «un caramelo» (¿como habrán aprendido el nombre?… quedo sorprendido, pero como llevo algunos, se los reparto… acuden más… se pelean y disputan la golosina… no puedo darles más y si se lo que va a ocurrir, no les doy ninguno, pues, «los caramelos han costado lágrimas a alguno, más débil».
Llega Paco el chófer y abre el autocar… de inmediato aparece un nativo adulto y le dice que le venda «una cerveza», Paco le dice que no, el otro le insiste y por fin, se la vende… «marchándose, tan contento este musulmán del desierto, al que sin embargo, debe gustarle la fresca bebida, pese a lo que dijera el Profeta».
El calor arrecia y quizá yo lo sienta más por «el tagín», pero de cualquier forma, pienso… ¿qué calor hará aquí en los meses de julio, agosto y septiembre, si hace este de hoy y nos encontramos a primeros de abril?
Reanudamos viaje y marchamos por la ruta prevista, sigue el desierto, en algún lugar «estratégico», encontramos a unos «rapazuelos» que nos hacen señales y que nos quieren vender algo… «nos muestran un lagarto vivo y de un tamaño no pequeño»… sonrío… ¿quién comprará lagartos vivos y para qué?… «pues de lo que no me cabe la menor duda, es de que si estos niños, ofrecen el lagarto, es por que alguien compra lagartos…?».
Y por fin y a la «caída de la tarde», llegamos a nuestro destino de hoy, la ciudad de «Ouarzazate» y dentro de ella, al «Hotel Bélère». Esta ciudad está en gran expansión, tiene y mantiene un gran auge de prosperidad (se nos dice) debido al turismo y a la industria cinematográfica de la que es poseedora; igualmente tiene aeropuerto, por lo que está bien comunicada y pese «a lo apartada que está». El hotel donde arribamos es de nueva construcción, está muy bien dotado, incluso con piscina y oficina de cambio de divisas («que funciona») la ciudad tiene otros varios hoteles de igual (o parecida) categoría, se observa desde la terraza de mi habitación, el que existe gran profusión de arbolado y zonas verdes (mi hotel está instalado en una colina) y se ve que esta ciudad «está creciendo» («Marruecos, parece que también camina por el desierto, haciéndolo mucho más habitable y productivo» y esto lo vamos a ir comprobando a partir de aquí y a lo largo de toda la ruta»). Reposamos del cansancio un par de horas, después de haber disfrutado de un confortable baño, con agua abundante y «apetecible» y de la que incluso bebo sin reparos… posteriormente bajamos a los agradables jardines centrales del hotel, donde tomamos una fresca cerveza («que nos cobran a precio de buen brandy español») esperamos la hora de la cena, cenamos «regular», ya que se nos presenta un bufé «bastante pobre» y donde incluso se abusa de los aliños marroquíes en las verduras hervidas, cosa esta que muchos no toleran en sus aparatos digestivos; por ello, convendría «separar cocina europea y cocina marroquí» y que el turista elija, dentro de lo que se le pueda ofrecer, en cada uno de estos («ya genéricos») bufés (en esto no podemos felicitar a «quien corresponda»).
Después de la cena, pasamos a seguir descansando en uno de los muy confortables salones del establecimiento, pues si bien, algunos viajeros salen a visitar la ciudad y verla de noche, nosotros estamos bastante cansados y no nos seduce la idea, máxime que mañana nos espera «un buen trecho de camino» (larga etapa) y hay que descansar… «yo, por otra parte, tengo que tomar, ampliar y repasar notas, para este relato», aparte de que yo… «ya me he dado una vuelta por los alrededores de mi hotel y ello unido a lo que he visto desde mi terraza, en la tarde, la noche y la mañana… me es suficiente», por tanto dedico el poco tiempo que me va a quedar libre, a lo que «ya se puede imaginar el lector»… «el lector que le guste fumar, tranquilamente un cigarro puro… (claro está)».

Antonio García Fuentes
www.jaen-ciudad.es (aquí muchos más temas)

Jaén: 23 de Agosto del 2018

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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