No más Mentiras

Antonio García Fuentes

El campo y la muerte de los insectos

El campo y la muerte de los insectos

Se habla y escribe mucho sobre “el calentamiento del planeta”; mucho menos o nada, de otras “tragedias en las que apenas nadie repara”. Sobre el calentamiento es sabido que desde que “esta bola estelar” se conformara como un horno incandescente y tras incontable tiempo, se fuese enfriando hasta convertirse en un planeta helado o cuasi helado; supongo que “los calentamientos y enfriamientos” han debido ser incontables y a pesar de todo “el planeta sigue vivo”.
Y está vivo por cuanto “y por lo que sea”, fue situado en un lugar que equidistante de “su padre/madre Sol”, permite esa exuberante vida que aquí ha llegado a existir; ya que si el planeta estuviese “más cercano o más lejano”, de la estrella a que pertenece; aquí no existiría vida precisamente por cuanto las temperaturas serían extremas en calor o frío y… “el tipo de vida que conocemos y del que formamos parte, no sería posible”.

Son reflexiones que me vienen a la mente mientras estoy escribiendo y lo hago por cuanto sigue.
Vengo observando desde que a primeros de julio y como cada año, me traslado al campo, que “algo raro ocurre en el entorno que habito”; noto como que allí falta “vida”, vida abundante que desde hace cuarenta años he ido viendo y algunas veces padeciendo en ese lugar; puesto que parte de “esa vida” es molesta para el ser humano y muchas veces incluso irritante.
Este verano noto la falta de gran cantidad de gorriones, que en anteriores tiempos, llenaban los alrededores e incluso en mi chalé (muy arbolado y por tanto susceptible de que allí aniden muchos pájaros, pues allí no se les molesta). Noto igualmente que la lechuza que todas las noches volaba sobre mi cabeza y que con su peculiar “canto” me saludaba al pasar. Tampoco han venido golondrinas, vencejos, murciélagos, que generalmente sobrevolaban la piscina y alrededores, cuando ya el Sol “se va a dormir”; y entonces (golondrinas y murciélagos) sobrevolaban la piscina para comerse los insectos que siempre sobrevuelan donde hay agua continua. No he visto nada más que una avispa, cuando no hace muchos años eran cientos o millares y de dos especies distintas, que hacían sus panales en mi parcela; no he visto tampoco abejas libando las muchas flores que allí hay de febrero a noviembre. No he visto aún ninguna mantis, que allí hacían sus panales, por cuanto la abundancia de insectos les garantizaba su necesaria comida; tampoco he visto muchas polillas que de noche acudían a las luces del exterior; tampoco mosquitos; por lo que las salamandras (menos abundantes ahora) que eran numerosas, se disputaban sus territorios en el entorno de esas luces que eran como llamadas a los insectos de que se alimentan; tampoco he visto esas lagartijas verdes que son como joyas vivientes y de las que había bastantes “en mi territorio” y de las que he visto fugazmente sólo dos ejemplares. Tampoco esta primavera nos ha visitado el solitario y magnífico músico cantor cuál es el ruiseñor; las hormigas antes abundantes y de las que he podido contar cuatro o cinco especies, apenas se ven hoy en “mis tierras”; caracoles apenas si se ven por cuanto han casi desaparecido, cuando en años ya distantes, llegaba a recoger sin mucho esfuerzo, cantidad de ellos que incluso comíamos en diferentes guisos, puesto que es un manjar natural… “y así podía ir enumerando faltas de vida diversa que voy notando”, de día o de noche, cuando felizmente me fumo mi único cigarro puro, que diariamente fumo mirando y observando mi alrededor y luego pierdo mi vista, mirando las estrellas que veo, que tampoco son abundantes, supongo que por la neblina que ya cubre casi todos los lugares habitados por el hombre y… “sus ya excesivas comodidades”.
¿Por qué falta toda esta vida en la cadena que parece ser nos liga a todos los seres vivos con el también vivo planeta, que en realidad nos dio la vida física que disfrutamos o padecemos?
Pienso que por el excesivo empleo de pesticidas, herbicidas y demás productos mortíferos que ya emplea el hombre, en conseguir las enormes cosechas que de múltiples alimentos nutren la ya excesiva población planetaria.
Para ello tiene que matar insectos masivamente; pero resulta que esos insectos son los alimentos de infinidad de animales y al desaparecer los primeros, desaparecen los segundos, o malviven y subsisten con “lo poco que queda”.
Yo vivo rodeado de lo que se ha venido en llamar “el mar de olivos”; casi setenta millones de ellos sólo en mi provincia, que es la mayor productora de “ese único aceite cuál es el de aceituna” (mal denominado de oliva, que es el árbol que da el fruto) y el olivar igualmente está súper saturado de venenos mata insectos y mata yerbas; por lo que indirectamente “matan todo lo demás”.
A todo lo dicho, digan ustedes todo lo que sepan y entenderán muchas cosas; pero la realidad es que la población humana es lo primero y para ello han
de realizar todo lo que el “homo sapiens-sapiens”, viene realizando como el máximo depredador de todo tipo de vida en este planeta… incluyendo la de su propia especie.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y http://blogs.periodistadigital.com/nomentiras.php

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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