Definí a España con la denominación con que hoy titulo mi artículo; lo escribí hace mucho tiempo y por ahí anda reproducido; y es que es así; nuestra tierra ha sido siempre proclive al paso de sur a norte o de norte a sur, amén del producido por su enorme extensión de costas. Por si fuera poco ello y las invasiones sufridas; el imperio español, se encargó de que fueran los propios españoles “los que trajeran más leches al solar patrio, aparte de las muchas que dejaron allí donde se asentaron”.
Por todo ello aquí “presumir de estirpe es algo peliagudo”, puesto que “algún cruce conocido o no”, desvirtúa siempre “la tan manida pureza de sangres”, que por otra parte lo que ocasiona son endogamias perniciosas y de las que saben mucho, las familias de la realeza europea, donde les nacieron “ejemplares pochos”, debido a ese afán de casarse entre familiares peligrosamente cercanos.
De ese enormemente gran mestizaje de los hispanos, viene ese peculiar genio y mala leche española; semejante en lo de variedad a la de los climas que aquí en “la piel de toro” nos concedió la Madre Naturaleza y donde y para asombro general, sólo en una provincia (Granada) se dan todos los climas de Europa, más los de una zona tropical o subtropical, que esta comparte con la vecina Málaga y donde se dan productos naturales de forma única en todo el continente (aguacate, chirimoya, mango, papaya, caña de azúcar, etc.) y los que por su gran producción son exportados a múltiples destinos nacionales y extranjeros.
Por todo ello, aquí hay vinos en todas sus provincias (incluidas las de sus archipiélagos) y por la misma razón, hay quesos igualmente en todas ellas; por lo que al igual que somos los más variados productores de vinos de todo el mundo, igual ese grado también le llega en la fabricación de quesos. Quesos tan variados y apetitosos, que uno sólo de ellos ya produjo un recelo en la chovinista Francia por la actuación de uno de sus primeros ministros, que se hacía importar desde España, nuestro famoso y “quijotesco” Manchego (“quizá es que leyera el famosísimo libro cervantino” (adrede con “b” pues así firmaba Don Miguel) el hecho de aquello se cuenta así.
En una reunión del gabinete ministerial y en una de sus pausas o descansos, uno de ellos le inquirió al tal “premier”, con las siguientes o parecidas palabras.
-Señor, disculpe la intromisión, pero es ya de conocimiento general, que usted se hace importar de España, un queso “primitivo” y nadie se explica ello, puesto que Francia es “el país de los quesos”, ya que fabricamos tal cantidad y variedad que con ellos se satisface el paladar más exigente… ¿Me podría usted decir el porqué de ello?
El jefe de gobierno sin inmutarse y sonriendo socarronamente a su interlocutor, le respondió de inmediato.
-Me hago traer ese queso, precisamente por ello mismo, por “lo de primitivo” y por cuanto ese queso lo siguen haciendo simplemente de leche de oveja; por tanto es un queso auténtico y sin tantos añadidos como aquí se le suelen hacer a infinidad de quesos, que al final saben a tantos gustos y ninguno es a queso auténtico.
He viajado por casi toda España y he degustado infinidad de sus quesos y en general todos ellos son “buenos quesos”, por cuanto los siguen haciendo de la leche de rumiantes de diferentes especies y razas, que al pastar en múltiples campos y otros tantos pastos; dieron por el paso de muchos siglos, lugar a la gran variedad de quesos naturales que tanto abundan en España.
Recientemente he leído un magnífico y muy documentado trabajo sobre todo ello y por el mismo, me entero de que precisamente el pasado año, es elegido como “Mejor Queso del Mundo”, un queso igualmente manchego, el que fabricado en Albacete (Dehesa Los Llanos: Queso Gran Reserva) le otorgan ese gran premio, nada menos que en Inglaterra y concretamente en Birmingham; lo que confirma plenamente aquella pasión por el queso español, que tenía aquel famoso francés a que me he referido. En dicho trabajo se relacionan una importante cantidad de otros quesos igualmente famosos y que como antes dije, son fabricados en muchas provincias españolas, que siguen haciéndolo como ancestralmente y de forma natural lo hicieron sus antepasados, los primeros de ellos, simples pastores que aprendieron a aprovechar las leches de sus ganados y los fueron mejorando con el tiempo hasta el día de hoy.
No puntualizo ninguno más, puesto que sería incorrecto situar a unos antes que otros, ya que todos tienen “sus leches y sus apetitosos gustos”; felicitémonos de ello y consumamos y difundamos esta otra gran riqueza de España.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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