No más Mentiras

Antonio García Fuentes

REFLEXIONANDO JUNTO AL MAR TRAS EL ÚLTIMO INFARTO

Hoy es veinticinco de octubre. Hace un mes exactamente y sobre esta misma hora (18,30) me encontraba mal, sentía presión en el pecho; me tomo la tensión y da 6,4 de máxima y 3,4 de mínima, la pulsación cardíaca marca 128; mi hijo dice que mejor ir a urgencias médicas, puesto que hace tres meses (19 de Junio, día en que proclaman al nuevo rey) tuve que ir al mismo lugar y por similares motivos; me detectaron arritmia y un nuevo infarto… por lo que con éste último ya son tres y no se ha cumplido, “eso que dice el dicho popular que a la tercera va la vencida”.
Vamos en automóvil a “urgencias” y allí tras la toma de datos, paso a ser un enfermo que necesita cuidos urgentes y por tanto “paso a ser propiedad de los facultativos”; que de inmediato inician una serie interminable de pruebas, traslados, análisis, colocación de un suero y “una vía”; estoy tranquilo y ya en la cama del “hospital de día”, reflexiono y pienso si será éste el definitivo y que “viene a por mí”… no me altero y pienso que si es así y viene “derecho” bienvenido sea, puesto que una muerte rápida es lo que vengo pidiendo para cuando me llegue la hora; hace tiempo que considero tener “las maletas preparadas para el gran viaje”; ya cumplí setenta y seis años y por lógica me considero ya en “lista de espera en el último anden de la vida aguardando ese hipotético tren que nos trasladará inexorablemente al más allá”. No es que tenga prisa para realizar el gran viaje, pero reitero… creo estar preparado ya.
Van pasando las muy lentas horas que transcurren en un hospital; tras varios análisis más, me dicen que “las enzimas” se mantienen en niveles peligrosos y que me tienen que hospitalizar. Ya de madrugada paso a planta y allí sigue la vigilancia y la medicación por “la vía”; a la mañana siguiente me dicen que me han de efectuar un cateterismo para examinarme de nuevo las coronarias y ver como se encuentra el “stem” que me colocaran en el 2006; pero como es fin de semana, hasta el lunes (48 horas después) ello no será posible, pero que el peligro ha pasado y no debo preocuparme de nada; sigue la medicación y a esperar. Pasan dos interminables días, de los que sólo sabemos los que los hemos pasado encamados en un hospital.
Llega el momento del cateterismo; el equipo médico y tras larga espera, me sitúa en la mesa de operaciones; empieza a actuar el cardiólogo especialista; y el que manejando un ordenador, una gran pantalla que va y viene, una serie de mecanismos que yo no puedo ver; empieza lo que considero una maravilla de la técnica médica manejada por un no menos maravilloso técnico; el que con rapidez inusitada y tras ir hablando con migo de vez en cuando (me mantienen consciente) y sin yo sentir apenas nada (sólo algunas leves molestias) transcurren no más de cuarenta minutos y al cabo de ellos me dice… “No se preocupe que no hay nada grave, el stem que le colocaron en 2006 funciona muy bien y está limpio, pero le he colocado cuatro más; dos en unas coronarias más accesibles y otros dos en otras “más delicadas” y que en principio no pensaba tocar… pero ya puestos, lo he intentado y han sido colocados sin contratiempo alguno; por lo que cuando salga de aquí y se recupere usted de las molestias que tendrá, seguro que va a quedar como ni esperaba; todo ha sido un éxito”.
“Pues Dios se lo pague doctor, puesto que hay cosas que no se pueden pagar con dinero… muchas gracias”; fueron (más o menos) mis espontáneas palabras de agradecimiento, a un médico, que si hoy me lo tropezara por la calle ni conocería, puesto que la visión de aquellos momento y su indumentaria, no me permitieron quedarme con la faz de ninguno de los que intervinieron en el equipo, puesto que indudablemente había varios a mi alrededor; haciendo todos, todo lo que se pudo hacer… seguimos teniendo una Seguridad Social envidiable y pese “a todo”.
Me llevan de nuevo a la habitación, me atan la pierna a la cama, puesto que es peligroso el dejarla suelta, por cuanto un brusco movimiento puede ser fatal, para “la cala en la femoral” que me han hecho… mi hija menor (Ana) queda encargada de mirar el taponamiento cada poco tiempo y si nota algún derrame, llamar de inmediato al equipo de guardia que hay en la planta… afortunadamente no ocurre nada y al día siguiente estoy en mi casa, donde llego muy cansado y debilitado pero notando ya que “el fuelle de mi pecho y la circulación de mi sangre ha ganado muchos enteros”; lo noto de inmediato a que tengo que subir los inevitables veintidós escalones que separan la calle del primer piso donde vivo, puesto que no hay ascensor. Y donde mi querido Aníbal, salta de contento y su pecho late con una fuerza inusitada; pero es un perro que no ve a su amo, hace una semana y ello “seguro que no lo entiende”.
Todos estos pensamientos y muchos más, vienen a mi mente esta tarde, junto al mar; en la bahía de Torre del Mar (Málaga) sentado bajo la pérgola que hay junto al faro, de espaldas al Sol que ya decae en su ocaso, iluminando con sus ya horizontales rayos, las cumbres de la cadena montañosa que tengo frente a mí y que separa las provincias de Málaga y Granada; a sus pies y ante mí, el sereno Mar Mediterráneo, que hoy se encuentra como “una balsa de aceite”, por lo tranquilo que se muestra y donde, incluso hay bañistas que aprovechan estos días de una especie de verano tardío que aquí disfrutamos en Andalucía (hoy se ha pasado de los 25º).
A mi lado mi querido Aníbal (Yorkshire) que impertérrito permanece en el banco junto a mí, mientras me entretengo en echar el pan que no he comido (por que engorda y me han dicho que tengo que perder peso) a los gorriones de este entorno, que como ya me conocen, vienen en grupo a por el mismo que reciben en pequeñísimas porciones o migas; la grandes gaviotas ya van regresando a sus lugares de reposo en la noche, el Sol lanza sus últimos rayos a esta parte del planeta y como queriendo decir a quién quiera entenderle, que volverá mañana a seguir transmitiendo una energía que seguro no sabemos ni entender ni aprovechar… puesto que el Sol es un cuerpo vivo (como lo es la Tierra) y los científicos ya le descubrieron… “un inmenso corazón que late con una fuerza inmensa y a un ritmo marcado por La Creación, con el que se expande y contrae, lanzando sus enormes energías a toda su inmensa zona de influencia” y de la que depende toda la vida que hay en este planeta.
Y como pronto llegará la noche y ésta es la que “los políticos” tienen marcada para atrasar en una hora, el reloj que marca la vida de los humanos (dicen que para ahorrar energía, que el Sol nos envía de sobras); pues tendremos una hora más para reposar esta larga noche… yo me encuentro en una gran paz y serenidad… “Y al marchar miro de nuevo al padre Mar y le doy las gracias por esas energías y paz que a sus orillas encuentro siempre que vengo a verle; marchando después, con mi gran amigo el perro; a mi casa de aquí, donde mi esposa nos espera viendo tranquilamente sus programas de televisión y haciéndole de paso, una bufada de punto y de lana, a nuestra nieta mayor, que se la ha pedido y eso… “es sagrado para su abuela”… yo de inmediato me pongo a escribir esto, para mi propia satisfacción y con el deseo que a otros, si es que lo publico… “les pueda servir de algo útil”. Mi perro y como siempre junto a mí y de vez en cuando nos miramos… “como se miran perro y amo que de verdad se quieren, porque se necesitan”.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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