Cuando los discípulos de Pitágoras terminaban las enseñanzas que el sabio impartía en su escuela; entre los consejos que les daba uno era el siguiente: “Cuando marchéis por el mundo, si llegáis a una república dónde los abogados y los médicos son muy abundantes, no quedaros en ella; allí las cosas del cuerpo y del alma van muy mal”. He citado de memoria pero el mensaje era ese.
Hace bastante tiempo leí que en España, ya había más abogados que en toda la Europa comunitaria. En mi ciudad, pequeña capital de provincia; había cuando yo joven, un juzgado de instrucción, uno municipal, uno de Audiencia Provincial y uno tutelar de menores, aparte del laboral o sindical para temas obreros… “hoy cuenta la ciudad con cuarenta juzgados”, amén de todos los que aumentaran en la provincia y aquí ocurre lo que en el resto de España, los asuntos se eternizan en los juzgados y en escalones muchas veces interminables, se tardan años y años en ver el fin del asunto por el que pleiteabas. Por mi parte tengo un pleito sobre aguas municipales y “el tocho” duerme hoy en un juzgado de Granada y llevo pleiteando casi o más de veinte años; y en la actualidad ni el abogado sabe cuándo se moverá ese legajo del lugar donde permanece congelado. “Por lo visto el que se sienta en aquella mesa puede hacer lo que le dé la gana y retenerlo de por vida”.
En el diario ABC del 02-10-2014 Jaime González escribe “Colapso en el Juzgado” y afirma cuanto sigue: “El caso de corrupción más grande del mundo ocupa, por el momento dos millones de folios, pero se prevé que al final de la instrucción alcance los cinco millones. La causa que investiga la juez Alaya sobre los cursos de formación se encuentra en los juzgados de Sevilla cuyo servidor central reventó ayer por razones obvias. Los 300.000 folios de los “ERE” son una miniatura si se comparan con el fraude en los cursos de formación, una megacausa que –aun en los albores de la instrucción judicial- ya multiplica por siete el volumen del papel timbrado que se necesitó para poner negro sobre blanco la trama del dinero sustraído a los parados andaluces”.
A la vista de todo ello, se necesita no mucho caletre para hacerse uno las preguntas que corresponden a tal “monstruosidad” de proceso judicial y que pudieran ser las siguientes: ¿Cómo y de qué manera se puede desglosar esa montaña de papel escrito para llegar a conclusiones y que estas lleven a juicios y sentencias lógicas y justas para que los que la hicieran la paguen con todo el rigor de la más estricta de las justicias… pues se trata de robos descarados de dinero público y en una región que es la más castigada por el desempleo obrero, que en mi provincia (también andaluza) hoy cuando escribo rebasa ya el cuarenta por ciento globalmente y en la juventud casi se dobla o pasa? ¿Qué tiempo falta aún para que sepamos y podamos comprobar fehacientemente que los culpables han devuelto lo robado y que pasan a la cárcel con condenas a tenor con la monstruosidad de los delitos? ¿Pasará aquí algo similar a lo del otro gran escándalo similar y ocurrido en Marbella (Costa del Sol: Caso Malaya) donde al final, quedamos sorprendidos por la liviandad de las condenas y los pocos condenados que de la legión de implicados resultaron? ¿Cómo decir que todo ello es justicia y que se atiene a un derecho que se supone tenemos como población regida civilizadamente? ¿Qué es lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en este país que aún se denomina España y en la que se presume fue “madre” de muchas otras naciones en este pobre planeta? Nadie puede entender todo ello por mucho que nos lo quieran explicar “los eruditos”; nadie lo creerá como no nos creemos tantas otras cosas.
Y como todo este asunto se desarrolla en Sevilla, donde se sitúan las obras en que tanto se dice esa tan manida frase que dice… “largo me lo fiais”; escudriño el origen de la “frasecita” y me encuentro lo que sigue:
“Tanto en el Burlador de Sevilla de Tirso como en el Don Juan Tenorio de Zorrilla el “largo me lo fiais” es un leimotiv que Don Juan repite una y otra vez para despreciar todo lo que no es “el pájaro en mano”, lo que no es tangible y, en el fondo e implícitamente, negar la existencia del futuro. Y es que el trabajar por el futuro, trabajar a largo plazo supone poner un esfuerzo mantenido, continuado para obtener algo que, en un futuro compensará ese esfuerzo”.
Lejos pues, “el largo me lo fiais” de la justicia española, por su terrible lentitud, por lo farragoso de su desarrollo y por los desenlaces finales, donde y como dejó dicho el sabio que abajo señalo; “la leyes son sólo para las moscas”.
POLÍTICA Y JUSTICIA: «La ley es como una red que atrapa las moscas y deja pasar a los pájaros». La política se creó para «legalizar» la corrupción. (Anacarsis. siglo VII a.C..)”
“Amén de los amenses y España no tiene solución”.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)