Medio centenar de muertos tras reventar las turbinas de la mayor central hidroeléctrica de Rusia

El accidente que ha puesto fuera de funcionamiento a la mayor central hidroeléctrica de Rusia, la Sayano-Shúshenskaya, en el río Yeniséi, ha causado oficialmente 11 muertes, pero teniendo en cuenta los desaparecidos, prácticamente ya nadie duda que la cifra de víctimas mortales será cercana a 80.

Se busca a los desaparecidos en las heladas aguas del embalse -sólo 4ºC-, pero incluso una persona que haya caído sin perder el conocimiento y sin resultar herida puede matenerse poco tiempo a flote, aseguran los expertos.

Además de la tragedia humana que ha supuesto el incidente ocurrido ayer lunes, se está desarrollando otra ecológica: la mancha de aceite formada a raíz del accidente ya se extiende 80 kilómetros, la mayor parte en el embalse de Mainski, y los que luchan contra ella todavía no han logrado detenerla, informó el ministerio de Recursos Naturales en una nota en la que expresa su preocupación por las consecuencias que pueda tener la contaminación de las aguas del gran río siberiano.

Más de mil personas han sido movilizadas en la operación de búsqueda de los desaparecidos. «Estamos buscando sobre las aguas y debajo de ellas. Tres grupos de buzos están trabajando, y esperamos la llegada de un robot submarino», declaró por televisión el ministro de Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigu.

Vasili Zubakin, director en funciones de la central, reconoció por su parte que «es improbable que se encuentren supervivientes en la zona inundada». Mientras tanto, Alexandr Toloshínov -miembro de la junta directiva de RusHydro, la mayor compañía de electricidad de Rusia a la que pertenece la central-, ha declarado que la principal versión de la avería -un aumento en la presión hidraúlica- no se confirma.

«Se ha producido la destrucción de una turbina en la sala de máquinas. Los equipos han mostrado que no hubo un golpe hidráulico, sino que saltó la tapa de la turbina», señaló Tolóshnikov, que en el pasado ocupó el cargo de director de la central hidroeléctrica. Tolóshnikov no excluyó que haya habido un atentado terrorista, algo que sí descartó la Fiscalía, cuyos investigadores no encontraron restos de substancias explosivas en el lugar del desastre. La mayoría de los especialistas consideran que el accidente fue producto de un fallo técnico.

Efectos económicos inmediatos

Las consecuencias económicas del paro de la central de Sayono-Shúshenskaya -que data de la era soviética- se hicieron sentir de inmediato: el precio la electricidad en el mercado libre se multiplicó por cinco, mientras en una serie de regiones las autoridades se han visto obligadas a racionar el consumo de energía eléctrica.

Las pérdidas que por el paro de la central sufrirá RusHydro serán del orden de 1.500 millones de rublos mensuales (un poco más de 33 millones de euros). Por su parte, las acciones de RusHydro cayeron el lunes un 15%. A estas pérdidas hay que sumar todavía los muchos millones de euros -unos 222 millones, según cálculos preliminares- que costará reparar los daños sufridos por la central.

La construcción de la central Sayano-Shúshenskaya comenzó en septiembre de 1968 y su última turbina -la décima- entró en funcionamineto en diciembre de 1985. En su momento, fue considerada la joya de la ingeniería soviética y producía hasta tres veces más energía que la presa estadounidense Hoover, en el cañón de Colorado.

La presa -que afortunamente no resultó dañada- tiene 245 metros de alto, 1.074 de largo y un ancho que va 106 metros en la base a 25. El embalse de la central tiene 11,5 kilómetros cuadrados. La central, que ha quedado con tres turbinas inutilizadas, da trabajo a cerca de medio millar de personas.

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