Cañadas Reales de Castilla y León


Por la Comunidad de Castilla y León pasan siete de las nueve Cañadas Reales que cruzan la Península Ibérica desde tiempos de la Mesta, lo que configura un extraordinario patrimonio cultural único en toda España.

A excepción de la Cañada Real Conquense y la del Reino de Valencia, estas sendas cruzan por buena parte de las provincias de la región.

Estas rutas silenciosas que se pierden o nacen en los puertos de las altas montañas, atraviesan valles, praderías y majadas, tomando incluso las calles de las ciudades gracias a una legislación que las ampara. Son el fiel reflejo de la impronta ganadera de una Comunidad que sigue fiel a su herencia cultural. Un hecho que se observa no sólo en la actividad agropecuaria que aún pervive.

Estos caminos de la trashumancia, que constituyen espléndidos corredores naturales entre el norte y el sur de la Península, han contribuido al mantenimiento de una rica biodiversidad. Son los denominados «pasillos verdes» que permiten la dispersión de numerosas especies de fauna y que todavía son utilizados por los grandes rebaños. Senderistas, viajeros y amantes de la naturaleza encuentran en el recorrido por las cañadas y multitud de vías pecuarias de Castilla y León, un placentero viaje que les transportará a un escenario detenido en el tiempo.

Cañadas reales en Castilla y León

CAÑADA REAL DE LA PLATA

Su recorrido total es de 500 kilómetros. Nace en la Sierra de Gistredo, entre Asturias y León, en el alto de Viganos y muere en Trujillo. También se la conoce con los nombres de Vizana, de Aliste, Zamorana, de la Mesta o Mozárabe.

Su trazado coincide, en buena parte, con la calzada romana de la Vía de la Plata. Atraviesa Las Omañas, pasa por Astorga y La Bañeza para entrar en Benavente. Desde aquí, se dirige rumbo a la Tierra del Pan, cruza el Duero en Zamora, deja atrás la Tierra del Vino y se encamina a Salamanca. En esta provincia se adentra en la comarca de La Armuña y luego en la capital. Desciende ahora para cruzar el Sistema Central por Puerto de Béjar, en cuyas inmediaciones coincide con la Cañada Real Soriana Occidental en el término de Los Santos. Desde aquí, bajan juntas hasta tierras extremeñas y se separan en el término de Abadía. La cañada finaliza en Trujillo. Del tramo original de 500 kilómetros hoy se han perdido unos 180.

CAÑADA REAL LEONESA OCCIDENTAL

La Cañada Real Leonesa Occidental se extiende a lo largo de 700 kilómetros, desde León, donde nace, hasta Badajoz. Arranca muy cerca de la capital leonesa y, antes de cruzar el Duero en las proximidades de Tordesillas, atraviesa los páramos de Valencia de Don Juan y Sahagún para llegar hasta Medina de Rioseco. Una vez que abandona la tierra de Medina del Campo, se dirige hacia La Moraña, en la provincia de Ávila, y desde Muñico al puerto de Villatoro. Esta cañada atraviesa el Sistema Central por la sierra de Gredos y desde el Valle del Tiétar baja a Cáceres. Abandonadas ya las tierras de Castilla y León, muere en la localidad pacense de Segura de León.

Este antiguo camino cruza con la Cañada Real Occidental Soriana en la Venta del Hambre a la altura de Gallegos de Altamiro. De los 700 kilómetros que recorre, se han perdido unos 150, sobre todo en las provincias de León, Valladolid y Cáceres.

CAÑADA REAL LEONESA ORIENTAL

En los 700 kilómetros de recorrido, la Cañada Real Leonesa Oriental atraviesa cinco provincias de Castilla y León.

Nace en los altos de Valdeburón, al noroeste de Riaño, y pasa por la provincia de León y Palencia capital. Cruza el Duero, ya en Valladolid, por el término de Tudela de Duero, donde toma dirección a Coca y Villacastín, en Segovia. Después de cruzar Ávila, la cañada toma rumbo por Madrid hacia las proximidades de Llerena, donde muere.

Originariamente tuvo 700 kilómetros, hoy algo mermados por la construcción de los embalses. En la Cañada Real Leonesa Oriental se han perdido menos tramos largos que se ubican en los alrededores de la ciudad de Palencia. No obstante, cerca del 20% del trazado original ha desaparecido, en buena medida, por las pérdidas de trayectos más cortos.

CAÑADA REAL SEGOVIANA

Tiene 500 kilómetros de longitud pero de ellos se han perdido alrededor de 80. La mayoría de estos tramos se encuentran en los alrededores de Burgos y Segovia.

Arranca en la sierra de Neila, en Burgos, y termina su recorrido en Granja de Torrehermosa en plena campiña al sur de la provincia de Badajoz. Cruza el río Duero por la ciudad de Aranda de Duero (Burgos) y entra en la provincia de Segovia. El Sistema Central lo atraviesa por el puerto de Somosierra. Desde Madrid toma rumbo a Zújar, Cáceres, donde concluye el recorrido.

CAÑADA REAL SORIANA ORIENTAL

Con 800 kilómetros es la más larga de toda la red de cañadas reales españolas. Comienza en Soria y muere en Sevilla, además de unir el Sistema Ibérico con Andalucía. Es la cañada más sureña.

En concreto, arranca en Yanguas, en Tierras Altas de Soria, y cruza el río Duero por Almazán. Desde aquí inicia un recorrido, ya por fuera de tierras de Castilla y León, desde Guadalajara hasta Sevilla. Además, la Cañada Real Soriana Oriental es una de las que mejor se conserva, con un trazado en diagonal, de noroeste a sureste, diferente al recorrido meridiano típico de las Cañadas Reales.

En la Sierra de las Cabrejas se cruza con la Galiana, en Soria. Con la Cañada Real Segoviana lo hace en el Puerto de Somosierra y con la Leonesa Oriental en el de Guadarrama. También se acerca a la Leonesa Occidental en la Venta del Hambre (Ávila), y a la de la Plata en Los Santos, cerca de Béjar (Salamanca).

CAÑADA REAL SORIANA OCCIDENTAL

Recorre 700 kilómetros y cruza de modo diagonal el centro norte de la Península, saliendo de Soria y pasando por Valladolid, Segovia y Ávila para terminar en Sevilla. Debido a su peculiar trazado diagonal cruza otras cañadas en su recorrido.

Nace cerca de Abejar en Soria, en la sierra de las Cabrejas, donde coincide con la cañada Galiana. Con la cañada Segoviana coincide en el puerto de Somosierra y con la Leonesa Oriental en el puerto de Guadarrama. Además, esta cañada se encuentra con la Leonesa Oriental, en Sancho Reja (Ávila), y con la de la Plata, en los Santos (Salamanca). Llega casi hasta Portugal, concretamente cerca de Olivenza en Badajoz.

CAÑADA REAL GALIANA

La Cañada Real Galiana nace al sur de la Rioja y atraviesa Castilla y León por la provincia de Soria, donde cerca de Vinuesa cruza el río Duero.

Más en concreto, arranca en la localidad de Cameros, también conocida con el nombre de riojana. En sus orígenes alcanzó los 400 kilómetros de recorrido.

Origen de las vías pecuarias

Castilla y León es una región históricamente ligada a la ganadería y a la agricultura. Una de nuestras señas visuales de identidad es el rebaño y el pastor perdiéndose en el horizonte.

Quizá, el signo que mejor demuestra el aferramiento a los hechos diferenciales es la permanencia de estos viejos caminos pastoriles en el espacio geográfico, alentado por ganaderos e instituciones nacionales y europeas.

El hecho de que en sus propios espacios se celebren fiestas y actos estacionales, que reafirman su conservación y defensa, es un fiel reflejo del interés que suscitan las cañadas y vías pecuarias.

Al margen de su fundamento ganadero, las cañadas reales y, en conjunto, todo el entramado de vías pecuarias, tienen hoy un carácter de red ecológica que forma parte de uno de los atractivos más singulares de la oferta del turismo de interior. Senderistas, viajeros y amantes de la naturaleza encuentran, en el contacto con las cañadas, un placentero viaje que les transporta a un escenario detenido en el tiempo.

El escenario coincide con espacios naturales y trazados históricos, convirtiendo a las cañadas en referente de extraordinario valor. Recorriéndolas se constata la permanencia en el paisaje de los elementos arquitectónicos y etnográficos que caracterizaron estas sendas medievales como los apriscos, las tenadas, los chozos de pastor, las casas de esquileo y un rico folclore ligado al mundo ganadero. La propia Ruta «Vía de la Plata» coincide en varios tramos con la cañada que lleva su nombre; la Cañada Leonesa Oriental sesga la ruta jacobea, el Canal de Castilla y prácticamente toda la red de vías pecuarias, que se entrelazan por las nueve provincias de la Comunidad.

VÍAS PECUARIAS

Las vías pecuarias tienen un origen remoto. Se sabe que desde la Prehistoria los animales utilizaron las rutas naturales en sus migraciones anuales y, con ello, se fueron gestando las primeras sendas.

Más tarde, fueron utilizadas por el hombre que, con el paso del tiempo, creó los caminos y la red de calzadas romanas, en ocasiones coincidiendo con los trazados de las mismas hasta llegar a la red de carreteras actuales.

Entrada la Edad Media, las cañadas cruzan la Meseta castellana y permiten el paso de los ganados trashumantes, los que emigraban desde sus pastos de verano (agostaderos) -en las montañas del norte y centro de la Península- a sus pastos de invierno (invernaderos), en los cálidos valles, dehesas y tierras bajas del suroeste del país.

MESTAS

La tradición ganadera de Castilla y León y de España es antiquísima, pero la organización pastoril tuvo su origen en las asambleas locales que se remontan a los siglos V y VI, en el periodo visigótico, y perduran en toda la Edad Media. Este trasiego de ganados y pastores generó una organización social y gremial que, en principio, nació de aquellas asambleas de pastores denominadas «mestas», y que darían lugar a la creación del Honrado Concejo de la Mesta. Una regulación obligada, ya que los conflictos se sucedían por la utilización de terrenos, derechos de tránsito o pasto, y por los numerosos enfrentamientos con los intereses de los agricultores. Fue así como nació la Mesta en el siglo XII y que alcanzó su esplendor durante el reinado de los Reyes Católicos.

La cabaña de merinas reportaba sustanciosos beneficios económicos gracias al negocio de la lana que se convirtió en el pilar fundamental de la economía de la época. Durante el siglo XVI se desplazaban casi tres millones de cabezas mesteñas y las cañadas dejaron de ser meros caminos para convertirse en auténticos «pastos alargados».

El declive de la Mesta y el principio del fin de los poderosos caminos de merinas coincidiría con el hundimiento de las exportaciones de lana ante la competencia exterior. La Guerra de la Independencia, en sucesivos episodios, también contribuyó a su desmoronamiento.

La llegada del ferrocarril pondría punto final a una red de caminos ya marchita, aunque no acabaría definitivamente con la trashumancia. Gracias a la obstinación de sus defensores y a las acciones simbólicas, su memoria pervive envuelta en la niebla de los puertos y en las solanas de la meseta. Las legislaciones estudiaron fórmulas para su defensa y han evitado, en cierta medida, las incursiones urbanísticas y privadas en sus trazados históricos.

Actualmente las cañadas reales ocupan un sitio indiscutible en el mapa físico y sus tramos señalizados son museos a la intemperie que se resisten a desaparecer, fusionándose con la propia naturaleza, su mejor aliada.

Datos de interés

CLASIFICACIÓN

Las vías pecuarias se clasifican según su anchura y según los lugares que atraviesan:

Cañadas: miden 90 varas castellanas, lo que equivale a unos 75 metros de ancho, y cruzan varias provincias.

Cordeles: alcanzan los 38 metros y son caminos que afluyen a las cañadas o que comunican dos provincias limítrofes.

Veredas: tienen 20 metros y son caminos de ganado entre comarcas de una misma provincia.

Colada: son las vías, de menor anchura, ubicadas entre varias fincas de un mismo término.

ELEMENTOS QUE FORMAN PARTE DEL PAISAJE DE LAS CAÑADAS:

Abrevaderos: se trata de los pilones, arroyos o remansos de ríos donde bebía el ganado.

Descansaderos: puntos preparados para el reposo de pastores y animales.

Majadas: puntos a lo largo del recorrido donde poder pasar la noche. Contaban con lugares para que el ganado permaneciera recogido, así como cobijos para el pastor.

Chozos: son edificaciones de piedra y ramas, muy abundantes en todos los trazados. Hoy forman parte de la arquitectura popular que viste las cañadas.

Cabaña: es el término que se utiliza para denominar a varios tipos de ganado, ya sean vacas, caballos, ovejas o cerdos. La cabaña la componían unas 10.000 ó 12.000 cabezas de ovino, custodiadas por el mayoral. Cada millar de ovejas, con 25 mansos y 50 carneros, era controlado por el rabadán, ayudado por dos pastores y dos mancebos.

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