Un país sin solución

Estos días se va a cumplir un año en el que decidí autoexiliarme intelectualmente de este país, y digo intelectualmente por decir algo, que yo soy como tú, una persona normal que ve el televisor o lee un periódico y no deja de sorprenderse de la cantidad de sinvergüenzas de guante blanco que hay mientras el ciudadano de a pie las pasa, las pasamos, canutas.

En este año hay quienes me han enviado correos para decirme que siga denunciando los desmanes de muchos de nuestros dirigentes; agradezco esos e-mails, pero lo de este país no tiene solución, es literalmente imposible, porque no hablamos de una transición de una dictadura a una democracia, sino de un transacción; solo hay que ver ilustres apellidos de algunos gerifaltes, especialmente de la banca, para percatarse de quienes están detrás de todo este tinglado son los descendientes del «atado y bien atado» que ponen y quitan a su antojo a presidentes que utilizan como títeres y si alguno sale raro ya se encargarán de tumbarlo.

Menos solucionar lo que hay que solucionar, que es la Vivienda; la Sanidad; la Educación; y el Trabajo y, si no lo hay, una cantidad aunque sea mínima para vivir, lo demás, pero absolutamente todo lo demás, son cortinas de humo mientras unos se hacen más ricos y otros cada día más pobres.

Una sociedad en la que las personas no pueden vivir dignamente no es una sociedad; será un grupo de gente que subsiste, seres humanos que se buscan la vida legal o ilegalmente porque tienen que comer o una banda; pero una sociedad entendida como un grupo de individuos que se rige bajos unas normas igual para todos y con un mínimo para llevar una vida decente… no.

Que el sueldo medio de un alto ejecutivo sea anualmente de 800.000 euros y el de un simple trabajador de poco más de 10.000, casi ochenta veces más, ni es éticamente aceptable ni justo cuando el que cobra 10.000 no es que quiera grandes lujos, sino algo tan elemental como es, por el simple hecho de haber nacido, poder vivir.

Supongo que tendrán que pasar muchas generaciones, pero muchas, para que nos demos cuenta que solo hay una vida, efímera, como un suspiro; que hay medios materiales para que todo el planeta viva en armonía y olvidar para siempre la frase que dijo Plauto 200 años AC: «el hombre es para el hombre un lobo». Se trata simplemente de evolucionar.

Mientras tanto, comienzo mi segundo año de autoexilio dedicándome a mis libros, a mis cursos, a mis exposiciones, a todo lo que sea creativo, que es lo único que realmente me llena y me satisface con la dificultad económica que conlleva dedicar tu vida a intentar hacer felices a los demás con mi trabajo; seguro que en este segundo año habrá o se crearán artificialmente miles de noticias con las que nos lavarán el cerebro para entretenernos y no pensar en lo fundamental: Un ciudadano, una vida digna.

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Manuel Guisande

Periodista y escritor. Premio Xunta de Galicia de Comunicación 2000, Cordorniz de Plata. Autor colección cuentos infantiles Rodribico.

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