¡Pues claro hombre! yo también tuve un trauma infantil

Todos de pequeños, más o menos, hemos tenido algún «trauma»: una de esas cosas que ahora las ves sin importancia, incluso absurdas, pero que en su momento fueron un no vivir.

Yo cuando tendría, pues no sé, 6 o 7 años, tuve uno con el Ave María; con una de esas cosas que le llamaban jaculatorias, que siempre me sonó a que te lavabas los dientes o hacías gárgaras, no sé pero algo relacionado con la higiene dental… fijo. Ejemplo I: «Venga, haz pronto las jaculatorias, deja el cepillo y al colegio, que se hace tarde». Ejemplo II «Pues no entiendo como puede tener ese diente picado, doctor, el niño siempre hace las jaculatorias…» Vamos, que si la jaculatoria esa no está inspirada en profident, que me maten.

A lo que vamos; yo con el Ave María no levantaba cabeza, una ansiedad… y todo por una condena frase en un rezo. Y es que había una plegaria en la que se decía: «Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. ¡A ti Celestial Princesa, Virgen Sagrada María!…»

¿Es posible que alguien con esa frase pueda tener un problema? Pues de los 2.000 que éramos en el cole… a mí, justo a mí me va a tocar tenerlo. ¿Y por qué? ¿qué tenía de problemática esa frase?, ¿es que acaso ocultaba y oculta un mensaje demoníaco, satánico, que solo yo había descubierto y que no se lo podía decir al Papa porque el tío vivía en Roma y yo en Galicia y no tenía para ir en bus al Vaticano?.

Pues no, todo fue debido a una mala interpretación, a un equívoco que le llaman; pero tela con el equívoco, dos años errando mentalmente por el mundo como el pueblo de Israel, y todo porque en la parte que decía «¡A ti Celestial Princesa» yo entendía: «atiza, lestial princesa» Y claro, yo me preguntaba cómo era posible que la Virgen atizara, pegara, fuera tan mala…

Y como de avemarías íbamos servidos de carallo todas las semanas… pues unas 425.000 o por ahí, yo con el «atiza» me imaginaba a la Virgen dando unos mandobles que no veas mientras que por otra parte no paraba de escuchar que era la madre de Dios, que era todo bondad, misericordia, que perdonaba al que se acercara a ella… Y estaba yo como para lo de acercarme con el «atiza»…. me la imaginaba con una mala leche, con un carácter…

Pues dos añitos como dos soles me los pasé así, detrozaíto con la frasecilla de marras; pero eso sí, que con este toque de desquicie que tengo (que para mí todo viene de ahí) ya he ganado el cielo… eso no hay quien me lo quite, y mira que roban en este país… pues ni así.

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Manuel Guisande

Periodista y escritor. Premio Xunta de Galicia de Comunicación 2000, Cordorniz de Plata. Autor colección cuentos infantiles Rodribico.

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