Ficha técnica
Título: Sine qua non. Poemas astrológicos
Autora: Rosa María Vilarroig Colomé
Editorial: Huerga y Fierro
110 páginas
15 euros
El psiquiatra Francisco Traver Torras, en su prólogo lleno de erudición y buen gusto desvela las claves que permiten entender este título tan sofisticado y bello, a cuya autora muchos catalogan como la mejor poetisa viva de la Comunidad Valenciana. En el inicio, el prologuista manifiesta su descreimiento con respecto a la astrología, pero también la inquietud que le produce y señala una evidencia. Dice que le han hecho varias cartas astrales y siendo desconocido para sus autores todos han venido a coincidir en lo fundamental de su personalidad.
A mí también me han hecho dos, una en los años sesenta del siglo pasado, que lógicamente ya no tengo y la otra data de hace unos pocos años. Por lo que recuerdo de aquella antigua, ambas han venido a coincidir en lo más relevante.
Pero la cuestión no es únicamente la astrología. Para entender Sine qua non hay que conocer la mitología griega, como se ve en el citado prólogo, cuyo título Mirando a Horus ya proporciona algún indicio. Luego hay otro prólogo, y el título de este es Preludio astral, cuyo autor es Juan José Ferrer, profesor de Historia del Mundo Clásico, que sugiere la importancia de la música en este poemario, y que en un texto más breve que el anterior pero no menos bello se refiere al cadencioso y bello fluir de metáforas con el que la autora exhibe su amor por la vida, por la armonía y la belleza.
No termina aquí el elenco de acompañantes. Hay uno más, Luis Bolumar, este artista plástico de desbordada imaginación, que con su exuberante vitalidad se muestra digno acompañante de la autora.
Los cuatro primeros poemas están dedicados a la primavera, el verano, el otoño y el invierno. Les siguen los doce dedicados a los signos zodiacales.
El primero de todos comienza así:
Me llega anunciada tu sonrisa
cual estro nupcial de un poema elegido.
Redimida del lado oscuro y el lado
cierto el amanecer ingrávido te provoca.
Pero quisiera destacar dos versos que también han llamado la atención del primer prologuista:
Un rescoldo, una brasa de sangre resistente
vive bajo el escorzo de la llama.
Vicente Torres