Ficha técnica
Título: La isla bajo el mar
Autora: Isabel Allende
Editorial: Plaza y Janés
512 páginas
23,90 euros
Para algunos, aparentemente, la vida es un paseo en lancha. Dicen: creo que le he sacado partido. Llega, entonces, La isla bajo el mar a cantar las verdades del barquero. Es una novela de esclavos, contada con la dulzura de la protagonista, una esclava verdadera reina de su vida; otros son los esclavos de su cobardía, de su maldad, de su codicia, de su crueldad.
Hacia la mitad de la novela hay un momento culminante, en el que se vislumbra claramente quien es una persona de bien, que sabe tomar la decisión adecuada, aunque le suponga un gran sacrificio, y quien es un mequetrefe sin remedio ni solución. Aunque la esclavitud ya haya sido teóricamente abolida, persisten las mentalidades que la hicieron posible y que hoy intentan hacerla perdurar, aunque enmascarada bajo otras formas.
Zarité Sedella, una bella esclava, es la protagonista. Logró la libertad, con mucho esfuerzo y sacrificio y contando para ello con ayudas inesperadas, y aunque en su caso representaba un riesgo grande, la aceptó sin dudar. Las desgracias cayeron una tras otra sobre su cabeza, y las humillaciones y los abusos, pero ella se concentró en lo principal, su corazón siempre fue bueno, no cayó en el envilecimiento que siempre tuvo a mano, y trató de aprender todo lo que pudiera y ayudar allí en donde pudiera ser útil. Por eso puede contar una historia feliz, la de su vida, en la que sobre todo predomina su ansia de amar.
El lector enseguida se identifica con Zarité, sufre y se alegra con ella, entiende la isla bajo el mar, entiende todas las fórmulas de escape de los esclavos, la danza y la fatal resignación y ve a los cimarrones como una consecuencia heroica y necesaria de ese estado de cosas. Más difícil es que el lector se extrañe de la ceguera de esos poderosos, que ven moverse a Zarité y a otros personajes como ella, sin darse cuenta de las grandes cualidades que atesoran, que les proporcionan unas calidades de vida que ellos, con todo su poder, no pueden ni soñar.
Vicente Torres
