La Leyenda Negra sigue viva, pero no sólo la hay contra España

(PD).- Un compatriota de comienzos del siglo XX acuñó el concepto, que se ha hecho clásico para explicar nuestro «problema nacional» y configura además un paradigma de la propaganda política.

Nunca se han editado tantos libros en España como en los últimos años, y nunca ese esfuerzo de edición ha tenido menos repercusión social real, en proporción a las decenas de miles de nuevos registros que saturan la Biblioteca Nacional. Aparte de los muchos y meritorios editores privados, la gran novedad de las dos últimas décadas es la aparición de una miríada de editores públicos –las Comunidades Autónomas y todos sus entes subordinados- o dependientes de las subvenciones públicas. Es lamentable tenerlo que reconocer, pero el libro se ha convertido demasiado a menudo en la España de 2008 en un costoso objeto de propaganda o de mera ostentación por parte de las entidades regionales, que tienden a publicar los trabajos de los autores de la propia región y centradas en las glorias y peculiaridades locales.

Parece políticamente incorrecto decirlo, pero es así: las Comunidades Autónomas están gastando el dinero de todos en ediciones de libros perfectamente prescindibles sobre asuntos a menudo de mínimo interés objetivo pero de supuesta relevancia para la región de turno. Hoy, como en tiempos de Fernando VII, un libro sobre la historia de una plaza de toros provinciana o las obras completas de un erudito local menor serán editados más fácilmente que un libro de verdadera importancia nacional.

Por eso, ante el libro de Luis Español el primer aplauso no ha de ser para el autor sino para el editor. La Junta de Castilla y León publica con una altura de miras que otras regiones deberían envidiar, y no sólo editó en su momento La Leyenda Negra de Julián Juderías –que era madrileño- sino que ahora nos ofrece una biografía extensa y ampliamente documentada de este autor tan decisivo para comprender la España del siglo XX como carente de vínculos directos con la autonomía castellano-leonesa. Felicítese, pues, a quien convenga.

Julián Juderías, alto funcionario del Ministerio que hoy llamamos de Asuntos Exteriores, fue un regeneracionista, un hombre de la generación del 98. Nacido en una España marginalmente imperial, Luis Español describe de manera amena –y en ciertos puntos prolija- cómo Juderías participó en la vida pública e intelectual de su tiempo sin tomar partido político. El protagonista es conocido, desde luego, por haber acuñado el concepto de «leyenda negra», pero no eran sabidas hasta ahora la amplitud de su obra y la intensidad de su breve vida, que concluyó en 1918.

Español cumple en su libro tres tareas diferentes. Traza por un lado una biografía paralela de Juderías y de su más importante obra escrita, analiza después ésta extrayendo un concepto general de «leyenda negra» que efectivamente Juderías manejó pero no hizo explícito, y por último lo aplica a otros casos en cierto modo paralelos, el más importante y actual de los cuales es el de Estados Unidos. El resultado es un libro largo, con amplios apéndices documentales y textuales sobre Juderías –necesarios por lo desconocido del personaje- y con importantes enseñanzas para el momento presente.

España ha sido víctima desde el siglo XVI de su propia hegemonía mundial. Como imperio católico, la España de los grandes siglos fue objeto de una campaña de infamias, calumnias e injurias por parte de sus enemigos de toda condición. Esa campaña, que afecta a la imagen histórica de nuestro país, es comprensible en su contexto, puesto que el enfrentamiento de las ideas y de las armas tiene siempre su correspondencia en la lucha por la opinión pública. Juderías describió el fenómeno en 1913, y de nuevo en 1917, y denunció las falacias que se habían lanzado contra España con precisión y rigor que le valieron el ingreso en la Real Academia de la Historia pocos meses antes de morir víctima de la gripe española.

Pero Español va más allá en su trabajo, porque muestra la persistencia de la Leyenda Negra pese a los esfuerzos de su biografiado –de tal modo que muchos elementos radicalmente falsos, viejos de siglos además, siguen vivos en la «corrección política» mundial- y porque señala otros casos de «leyendas negras». El autor se ha detenido incluso en búsquedas en Internet sobre distintos ejemplos de «leyendas negras», desde los deportes hasta las minorías étnicas. Y es que Julián Juderías creó, o formalizó, un concepto intelectualmente operativo más allá del caso que inicialmente lo motivó.

Español muestra especial atención por la leyenda negra más viva hoy en día, que ya no es la de España –aunque siga ésta lamentablemente viva, con contribución incluso de intelectuales españoles- sino la de Estados Unidos. Siglos después de España, hoy es América el centro de la única potencia planetaria, y el resentimiento de unos se une a la envidia de otros para crear una verdadera leyenda negra que Español estudia y describe a la manera de Juderías.

Como Juderías, Español no pretende que todos los elementos de esta «leyenda negra» sean falsos, ni proclama la perfección de la víctima de tales ataques. Pero se trata de saber qué hay de verdad y qué de propaganda consciente o inconsciente en la mala imagen mundial de Estados Unidos. Y no es algo que podamos ver con indiferencia, porque España aún tiene pendiente deshacer su propia y persistente leyenda; lo que hace el libro de Español de lectura interesante para cualquier celtíbero amante de su país, independientemente de su opinión sobre Estados Unidos.

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