¡Que tal concha!

(Paul Monzón).- Observar el panorama político que hoy vive el Perú es para verlo y no creerlo. Hay de todo en la fauna nacional: oportunistas, chaqueteros, mentirosos, tránsfugas, todo vale para llegar al poder.

Recuerdo que en el año 2011 el actual presidente electo, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), tras ser fulminado de la contienda electoral, se arrimó a Keiko Fujimori,hija del sátrapa Alberto Fujimori (hoy preso) y la apoyó abiertamente sin saber que cinco años después sería su feroz contrincante.

Y claro: cinco años después, como ambos luchaban por el poder, no le quedó más remedio que despotricar contra ella, sacarle sus trapos sucios, atacarla, vilipendiarla, lo que sea con tal de sumar votos que le llevaran a la presidencia.

Hoy en día los peruanos tenemos un presidente que no duda en cambiar de chaqueta según le convenga. Para ser presidente habría que pedir a los candidatos los siguientes requisitos indispensables: ser honestos, claros, ecuánimes, con principios, etc. Pero eso es como pedirle peras al olmo.

PPK ya es presidente, pero no porque más del 50% de los peruanos le apoyase con convicción. Prueba de ellos es que sólo consiguió 18 congresistas de 130 que conforman el Congreso del Perú. Un número, muy mísero, que le pasará factura sino es a corto, será a medio plazo.

A PPK, por más que se le vea sonriente, no le queda otra opción que transar. Y buscará hacerlo con disimulo, suponiendo que el pueblo peruano es estúpido y no se dará cuenta. Prueba de ello es que los líderes de los demás partidos que le “apoyaron” ya le están “haciendo ojitos” y le sonríen como si fueran amigos de toda la vida. Incluso algunos se ofrecen para colaborar en lo que sea.

Y es muy curioso verlos allí, tan amigables, tan distintos como eran durante la campaña electoral donde le atacaban sin piedad y lo desacreditaban. Así son estos personajes tan opuestos unos a otros, pero tan iguales a la hora de hacerse con el poder. Vale todo.

¿El milagro que los unió?: evitar la llegada de la supuesta dictadora Keiko Fujimori

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Puede que con el carga-montón electoral hayan logrado que no regrese el pasado fujimorista, o “supuesto”: Ahora nadie sabrá si se iba a producir. Pero en fin, habrá que creerles…

El gobierno de Ollanta Humala, el denominado pomposamente como el de la gran transformación (que vive sus últimos y penosos días) y que fue apoyado abiertamente por el Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, se cae a pedazos. Atacado desde su propio partido político por su ex correligionario Omar Chehade, otrora gran amigo y hoy enemigo acérrimo que no duda en denunciar que él aún presidente y su mujer utilizaron el gobierno para lucrarse y hacer negocio.

Por lo pronto un juez ha prohibido la salida del país a la Primera Dama, algo que nunca había ocurrido en la historia del país de los Incas.

Vargas Llosa

Siempre he pensado que Vargas Llosa era-es-y será un pobre diablo como político. Aún le martillea en su orgullo que un “chinito” (léase, Alberto Kenya Fumijori), que conducía un viejo tractor y tenía por lema para llegar al poder: “Honradez, tecnología y trabajo” le haya derrotado en las elecciones generales de 1990.
Marito no sabe aún cómo borrar esas imágenes que le atormentan en su cabeza. No ha podido superarlo. Quizá hoy en día, en los brazos de la Preysler, pueda olvidar su amargo paso por la política. Ojo, también tengo que reconocer que el autor de «La Tía Julia y el escribidor” es un gran escritor.

Leamos. Escribe el Nobel en La República de Lima:

“La ajustada victoria de Pedro Pablo Kuczynski en las elecciones presidenciales del 5 de junio ha salvado al Perú de una catástrofe: el retorno al poder de la mafia fujimorista que, en los años de la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, robó, torturó y asesinó con una ferocidad sin precedentes y, probablemente, la instalación del primer narco-estado en América Latina”.

A Vargas Llosa sólo le faltó agregar que ““El Chapo” iba a ser el Ministro de Relaciones Exteriores de Keiko”. Su columna parece el prólogo de uno de sus futuros libros.

Keiko Fujimori en el limbo de los perdedores

Keiko Fujimori, que no ha trabajado en su vida, tampoco se libra de la quema. Enumerar todas sus miserias daría como para escribir otro post y ya es de madrugada en Madrid y me estoy durmiendo.

Todo está tan podrido en el país que no me extraña que los políticos emulen ese pasaje de la vida en la cual nuestro santo San Martin de Porres juntó a perro, pericote y gato alrededor de un plato, pero en esta ocasión se unan para gobernar y repartirse –como siempre- lo que sea. En Perú se suele llamar a estas pendejadas como “repartija”.

Ya se sabe que en la tierra del ceviche y el pisco (¡que es peruano, coño!) el pueblo está resignado a que todos sus gobiernos roben, tan sólo les piden que hagan obras. Algo es algo.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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