Álvaro de Marichalar y una de las travesías marítimas más duras de la historia de la navegación


(Paul Monzón).- «Tras navegar en solitario las 10.000 Millas Náuticas que separan Roma de Nueva York, en pie sobre su diminuto «barquito» cruzando el Mar Mediterráneo, el Océano Atlántico, el Mar Caribe y toda la costa Atlántica de los Estados Unidos de América, el navegante navarro Álvaro de Marichalar llegó frente a la Estatua de la Libertad ondeando la bandera de España, y culminando una Expedición que fue calificada en el salón náutico de Londres, como una de las travesías marítimas más duras de la historia de la navegación. Rumbo al Horizonte Azul es el relato de la lucha por un sueño. Es la historia de una resistencia; del triunfo de las ideas, el esfuerzo y el espíritu deportivo.», así reza la contraportada de este libro que se editó el año 2003.

Aunque ya sabía de sus récords, conocí personalmente a Marichalar durante una entrevista que le hiciera a otro de los grandes aventureros españoles: D. Miguel de la Quadra Salcedo.

El encuentro realizado en el restaurante Embassy, del Paseo de la Castellana, también contó con otro de los grandes navegantes: Kitín Muñoz.

Rumbo al Horizonte Azul

Por primera vez en la historia un navegante cruzó el inmenso Océano Atlántico desde Roma a Nueva York a bordo de una moto náutica. Muchos lo intentaron, pero ante la bravura de la mar tuvieron que dar vuelta atrás. Con ocasión de rememorar uno de los viajes de Cristóbal Colón a América, el deportista y navegante español Álvaro de Marichalar se propuso vencer este reto y emular así al otrora gran marino genovés. El resultado: un extraordinario récord mundial. Pero más que eso: la difusión del mensaje de la lucha contra la drogadicción y apoyar, con esta gesta, a la Asociación de Mensajeros por la Paz.

Marichalar es una de las personas más sencillas que he conocido. Aunque en la prensa española se le frivolizara por ser hermano del Duque de Lugo, (ex marido de la Infanta Elena, una de las hijas del Rey de España), lo cierto es que sus gestas y récords mundiales vienen desde muchos años atrás.

La entrevista se realizó en el «Inti de Oro II», restaurante peruano del centro de Madrid. Eso sí, previa degustación de un sabroso ceviche.

Unos meses después, cuando dirigía la revista iberoamericana Primera Plana, le hicimos un reconocimiento especial a su gesta durante una cena de gala en la cual reuní a diplomáticos de la Embajada del Perú y de Venezuela en Madrid, ejecutivos de MoneyGram, algunos colegas de Televisión Española y amigos varios.

En Periodista Digital fue galardonado con la Carabela de Plata, uno de los grandes e importantes reconocimientos que se hizo a personalidades del mundo del deporte, cultura y política que han destacado por su contribución a unir España e Iberoamérica.

Hace unos días rememoré -vía Youtube- sus grandes gestas. Y sigo pensando, al igual que la primera vez cuando vi el vídeo de su hazaña, que cruzar el inmenso Océano Atlántico y recorrer 10 mil kilómetros a bordo de una diminuta moto náutica, aparte de ser una de las más grandes locuras, ha sido también una de las más grandes hazañas que corroboran el compromiso de quien las realiza para con sus principios e ideales, y si es por una buena causa, mucho mejor.

A continuación reproduzco una de las múltiples conversaciones que tuve con Álvaro de Marichalar desde entonces.

¿Álvaro, cómo nace este libro?

– Es un cuaderno de bitácora del diario de a bordo de la expedición Italia y Estados Unidos que parte de Roma y llega a Nueva York después de recorrer 10 mil millas náuticas, 18 mil kilómetros navegando 65 días, 12 horas y media cada día, y siempre en pié. Cada día navegaba al cien por cien en pié, perdiendo hasta cuatro kilos de peso al día que recuperaba comiendo cinco veces al día, bebiendo hasta seis litros de agua cada jornada de navegación.

Fue una expedición que para mí ha sido muy importante porque significó lograr cruzar por primera vez en la historia el océano Atlántico en una embarcación de 2.5 mts de eslora algo que se intentaba hacer desde el año 1990 por parte de deportistas sobretodo norteamericanos y franceses en motos acuáticas. Nunca se había conseguido.

¿Cuál fue la clave del éxito?

– Para mi la clave del éxito fue zarpar desde mucho más allá de las puertas del Atlántico que están en Canarias rumbo Oeste. Zarpé desde Roma para recorrer una distancia Roma – Canarias equivalente a la travesía trasatlántica: 3.000 millas náuticas, como 1.500 kilómetros que me dejaban en canarias con la seguridad de enfrentar otras tres mil millas náuticas que separan Canarias de Antigua, esa isla caribeña a la que decidí arribar porque se estaba cumpliendo el quinto centenario del cuarto y último viaje de Colón hacia América.
El zarpó de Sevilla , rezó antes de zarpar en una iglesia pequeñita que se llama Santa María de la Antigua y por eso la primera tierra americana que avistó al otro lado del Atlántico la bautizó Antigua en recuerdo a esa iglesia sevillana. Es por eso que yo también recalé en Antigua, exactamente 500 años después que lo hiciera el navegante genovés ayudado por la Corona de Castilla, por España descubrió América e hizo cuatro expediciones de las cuales, como insisto, a la cuarta y última fue la que se conmemoró en la expedición Roma – Nueva York.

¿Cómo es así que se te ocurrió hacer esta travesía?

Para mi supuso un reto, un desafío fue participar en esa competición internacional abierta que se había establecido por ver quién cruzaba el Atlántico antes en una moto acuática. Insisto que en el año 90 se había intentado sin éxito por parte de deportistas sobre todo franceses y norteamericanos y yo quise también participar en esta competición.

Y se me ocurrió porque quería intentar conseguir un record del mundo para mi país, para España y llevar a cabo todos esos mensajes, comunicar todos esos mensajes, todos esos motivos que me animan a hacer esta expediciones marítimas ya desde el año 1982.

Son 22 años haciendo estas expediciones que han supuesto nueve récords del mundo para el deporte español, he hecho 33 expediciones en las que me he arriesgado, me he jugado la vida evidentemente, me he jugado mis ahorros, incluso.

Pero tenías patrocinadores ¿no?

– Yo siempre supedito el apoyo del patrocinador al éxito de la misión. Mi patrocinador principal que es la Comunidad Autónoma de Canarias, la Consejería de Turismo me patrocina pero no les dejo que pongan un centavo en la mesa hasta que sólo si la misión llega a buen puerto, entonces Canarias me ayuda a recuperar los gastos que yo me autofinancio pidiendo hasta créditos a los bancos en algo que representa un riesgo, insisto, no sólo de la vida sino también de los propios ahorros , los propios recursos, el prestigio, la energía, la ilusión, un riesgo total y absoluto.

¿Cuál ha sido el momento más difícil que has experimentado durante la travesía?

– Bueno, momentos más difíciles vives cada día de la travesía. Siempre hay un momento difícil, por lo menos uno ó dos cada día en la navegación. Los momentos difíciles vienen de las caídas constantes, del frío también que es permanente.

Ten en cuenta que yo voy a la intemperie sin refugio posible, siempre en pié, recibiendo una cantidad ingente de agua sobre mi cuerpo cuando voy navegando, y encima cuando me voy cayendo. Me caigo una diez veces al día. Estamos hablando de unas 700 caídas en esta expedición Roma- Nueva York. Entonces, el problema más importante viene del frío.

Navego mucho por las noches. Y el problema es volverse a embarcar en esas grandes olas de ocho metros y vientos de hasta 100 km. por hora, volverse a subir en esa moto acuática es algo muy, muy complicado. He estado hasta dos horas intentándome subir a una embarcación sabiendo que acababa de ver 20 minutos antes unos grandes tiburones e intentando subir a una embarcación del tamaño de un delfín de dos metros y medio de eslora por 90 centímetros de manga, de ancho, es lo más difícil en esta expedición, es lo más complicado.

Dado el gran esfuerzo, el calor y otros factores ¿no has llegado a tener alucinaciones en alta mar?

– Bueno, alucinaciones no he tenido nunca, la moral siempre la he tenido muy alta. He tenido mucho convencimiento de que lo que hacía era bueno, y he intentado recolectar fondos para la asociación Mensajeros para la Paz que participa en programas de ayuda para personas en Hispanoamérica, en Europa, en Asia, en Irak también, he intentado llevar ese mensaje de deporte, de vida sana, de los jóvenes contra la droga, contra el alcohol.

He intentado unir todos esos 16 países distintos y diferentes por los que he pasado, de culturas muchas veces antagónicas desde que salí de Italia y recalar en las costas de Túnez, Argelia, Marruecos, lo que ello representa distintas culturas, distintas razas, sistemas políticos diversos.; he intentado proclamar los valores de esa solidaridad esa tolerancia, de también lo que ha significado nuestras fuerzas armadas como garantes de la paz en ese documental que hemos estrenado en Televisión Española que se presentó en octubre en Perú.

Hemos podido ver cómo se hace honor a los hombres de la mar, los pescadores, los militares de las fuerzas armadas que nos garantizan nuestra paz, nuestra independencia. Han sido una serie de motivos para mi importantes como conseguir esos récords del mundo para el deporte español que me han ayudado a tener siempre calma y no sufrir ningún tipo de alucinación ya que yo estaba siempre pendiente de cumplir mis objetivos, de hacerlos realidad y con la presencia sobrecogedora de Dios día a día a través de su creación, de su fuerza salvaje de la mar y sus criaturas, las estrellas, los fondos marinos imaginaba mientras los iba sobrevolando en una embarcación tamaño de un delfín, estamos hablando de fondos marinos de 8 mil metros de profundidad de los que no sabemos absolutamente nada ya que sólo conocemos el 2% de lo que ocurre en el fondo de la mar sin saber nada de los que es el 98% restante, y esa precariedad absoluta con un barco de apoyo que me seguía a lo lejos ya que navegaba cuatro veces más lento.

Cuando digo “ de lejos..” hablo de cien kilómetros detrás de mí.

En medio de esa precariedad, esa soledad, he tenido la capacidad de rezar mucho, nunca tener alguna alucinación sólo la de imaginar el momento de mi llegada a ese monumento a la libertad, a la paz, a la concordia, a la tolerancia como es la Estatua de la Libertad de Nueva York que se eligió precisamente por ser un símbolo a la concordia, al respeto de las naciones y por eso he ondeado la bandera de España, después ondearía la bandera de todos los países en los cuales he ido recalando como por ejemplo la bandera de Italia, de Argelia, de Marruecos, Túnez, de Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, de Europa. Fue para mi muy importante unir los símbolos de países con culturas distintas.

¿Cómo era el recibimiento que te brindaban las gentes de estos países cuando recalabas en ellos?

Cada vez que recalaba las personas se volcaban con mi expedición. En los países árabes era especialmente emotivo. Ellos son nómadas, ellos entienden lo que es el caminar, la expedición, el viaje y da igual que sea en el desierto de arena o en el desierto de agua. Siempre que he llegado a los puertos me daban leche de Camella, me daban dátiles que es un símbolo de las bienvenidas que les dan las jaimas en los oasis a los navegantes del desierto.

Para mí fue especialmente emotivo los recibimientos que recibí en Argelia, en Marruecos, en Túnez, pero también fue maravilloso los recibimientos en la isla de Antigua, en la isla de Bartolomé, en Puerto Rico, en República Dominicana fue espectacularmente emocionante también como lo fue en el sur de Florida, en Miami, en las comunidades hispanas que viven allí. También los norteamericanos.

Las fuerzas navales, la marina norteamericana me autorizó incluso a dormir en los puertos de la costa este norteamericana. Date cuenta que de Miami a Nueva York que son 1.500 millas allí no llevaba barco de apoyo entonces recalaba y repostaba combustible en los puertos del litoral y la Guardia Costera me autorizaba a dormir incluso en sus puertos.

Los recibimientos siempre fueron muy solidarios, muy espectaculares. En la mar somos todos muy hermanos. La gente se quiere mucho en la mar porque estamos en un ambiente muy hostil, muy precario, difícil, complejo, muy salvaje, da igual que seas el tripulante de un portaaviones de 200 mts de eslora o el navegante de una pequeña embarcación de pesca, o de una moto acuática como es mi caso.

Todos somos muy solidarios y esa es una cosa que se siente en la mar, que más aprecian y que más te dan a cambio de esos esfuerzos tan importantes. Sentir esa solidaridad en tierra es muy difícil de percibir.

¿En el barco de apoyo llevabas otra moto acuática “por si las moscas”?

– En el barco de apoyo llevaba cuatro motos acuáticas en piezas, cuatro motores, cuatro turbinas, muchas piezas de recambio y llevaba otra moto de reserva que nunca se usó porque no hubo una avería tan grave como para justificar el uso de esa moto de reemplazo.

¿Qué es lo más impresionante que ocurrió en toda la travesía?

– Para mi lo más impresionante fue zarpar. En toda expedición, en toda travesía, da igual que sea marítima o sea cualquier expedición en la vida cotidiana, cualquiera que sea nuestro deber diario, lo importante es intentarlo, zarpar, empezar. Ahí es donde te estás dando cuenta que estás triunfando.

Si llegas a tu objetivo, la llegada a Nueva York fue la idea del triunfo, pero como todo triunfo siempre es efímero y relativo; efímero porque dura un segundo, lo que dura el flash de una foto; y relativo, porque depende para quién. Y sin embargo, el triunfo que representa zarpar, pesar, intentar luchar por sus objetivos eso no es efímero, no es relativo, dura todo lo que dura la vida porque lo has intentado y siempre te queda el recuerdo de haberlo intentado y es siempre importante, no es relativo porque todo el mundo considera, respeta , incluso admira, a cualquier persona que intente cualquier récord sea lo que sea siempre con honradez, honestidad, espíritu de sacrificio y con esa fuerza que te da la ilusión que todo llevamos dentro y que podemos conseguir dejar nunca nuestro esfuerzo, y sin renunciar a la lucha., sin rendirnos nunca.

Ese espíritu de Numancia. Por eso llamo a mi embarcación o la bautizo siempre Numancia en recuerdo a ese espíritu de esa ciudad pequeñita celtíbera que hace siglos resistió heroicamente en la península ibérica, aquí en España, la invasión del imperio romano sin rendirse jamás. Ellos estuvieron años y años resistiendo y Roma no pudo nunca con ellos. Ese espíritu que nos mueve, nuestro desafío para mi: Roma es el mar y Numancia es mi embarcación. Resistir esa fuerza salvaje importante, resistir y aguantar es lo que realmente ha supuesto un triunfo.

¿Siempre tuviste esa afición por el deporte de riesgo, la aventura?

– Yo he concentrado mucho mi afición en la navegación en este tipo de embarcaciones. Es verdad que me gusta el sky en nieve, me gusta las marchas, me gusta mucho andar por el campo, algo tan sencillo como es andar, una gran aventura por el desierto, por el campo ó por la ciudad incluso.

Pero surcar el Atlántico en moto náutica no es sólo una aventura sino es jugarse la vida

. En el momento que tú estás intentando algo, insisto, estás dándolo todo pues ahí estás triunfando. Y eso es lo importante: el intentar las cosas y hacer realidad tus sueños.

¿Es cierto que tienes algún parentesco con un Virrey de la época colonial peruana?

– Sí. La vinculación familiar que tengo es con el Conde de Superunda. Fue Virrey del Perú y es una vinculación directa nuestra también por parte de la familia de mi madre.

Pero la puesta en marcha de este libro tuvo un fin benéfico, ¿qué nos puedes contar al respecto?

– Fuimos al Perú de la mano de la Fundación ANAR que hace una gran labor en Perú y en otros países iberoamericanos, en España y en el resto de Europa también. Fuimos a presentar este documental y el libro como una muestra de hermandad de España – Perú, igual que en Chile, Ecuador, Panamá, República Dominicana donde he estado, y que pueda ser bonito e importante que los peruanos conozcan la historia del esfuerzo, de lucha, del duelo con la muerte, de un navegante español enamorado de América, sobre todo Hispanoamérica y las personas que pueblan la Comunidad Iberoamericana de Naciones a las que siento hermanas que es lo que somos.

Haces una constante referencia a la espiritualidad en tu documental y en el libro ¿a qué se debe ello?

– Bueno, la espiritualidad en la mar es algo natural en muchos espacios abiertos con sus horizontes, sobre todo ese gran azul. También en los desiertos, en la montaña. La mar es una gran catedral como es la montaña y como lo es también la ciudad. La mar es especial, emite una fuerza de la precariedad de sentirnos muy solos y muy en precario y muy frágiles y sintiendo a través de la creación de Dios su presencia sobrecogedora tratamos de rezarle de una manera muy natural, muy alegre, muy normal.

Y para mí ha sido muy importante tener esa presencia constante en la mar. Por eso cada vez que hago una travesía es como si me metiera en unos sacrificios de espiritualidad que me ayudan a bucear en mi interior, en mis temores, en mis pasiones, en mis errores, en mis aciertos, y en la realidad de la vida que es la pequeñez, la precariedad de nuestra existencia de este pequeño mundo, y en esa mar comprendes que somos muy poquito, que de si algo valemos es por nuestra ilusión, nuestro esfuerzo y que realmente la presencia y la comunión con Dios es cada vez mayor y que todo nuestro esfuerzo en realidad nos lleve a esa vida más allá, a ese Dios que nos une y adonde iremos sin duda.

¿Por qué motivo en España, en su momento, no se le dio mucha difusión en los medios de comunicación a tu gran gesta?

– Bueno, muchas veces la realidad de las personas son eclipsadas por otras realidades. Si tú llevas una trayectoria deportiva con cierta entidad como es mi caso y a lo mejor hay una circunstancia familiar ajena a ti en el fondo, como puede ser el matrimonio de un hermano tuyo con una persona pública, una persona en este caso muy respetable, muy querida, pero ya eso te puede meter tu realidad intrínseca, tu verdad, la puede meter en un segundo plano o tercer plano y eso es muy complicado.

Quizá por eso, la difusión en España fue algo menos importante que la que hubo en Alemania, Italia, Estados Unidos, en Rusia, en Japón, países tan distantes y en donde hubo difusiones mucho más importantes.

Sin embargo, ahora con la publicación de mi libro y de la emisión del documental que he producido sobre esta expedición trasatlántica también en España las personas van a ver más la realidad de uno de sus navegantes, de uno de sus deportistas y no van a ver tanto circunstancias ajenas a su verdad como puede ser un suceso familiar ajeno como es mi caso.

Cuando estuviste en Perú ¿te comiste un ceviche?

– ¡Por supuesto!. Ahora estamos aquí en el “Inti de Oro” que es un restaurante peruano en Madrid, maravilloso, nos han dado un ceviche estupendo y pueden estar orgullosos los peruanos de tener una embajada culinaria en el centro de Madrid donde hay un poquito de Perú latente con mucho cariño y con mucho afecto, amistad, unión con este país que quiere ser hermano del Perú también.

El ceviche estaba tan bueno que Marichalar probó la suculenta y picante “leche del tigre”, al más puro estilo peruano.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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