(Paul Monzón).- El pasado 30 de septiembre se cumplió un año del presunto intento de golpe de Estado al presidente de Ecuador, Rafael Correa. Digo «intento», porque la cosa aún no está clara del todo. La oposición denuncia que no hubo intento de golpe de Estado y que todo fue una patraña inventada por el mandatario ecuatoriano. La versión oficial asegura que sí lo hubo. Muy aparte de estas versiones encontradas, el gobierno ecuatoriano quiso «conmemorar» este fallido ataque al orden constiticional del país andino y en su primer aniversario lo denominó «El día que triunfó la democracia».
Un canal oficialista convocó en un plató a un público pro- Correa y a defensores de la versión gubernamental. Rafael Correa fue el protagonista de este especial televisivo en el cual no hubo ningún opositor, ni nadie que defendiera la «otra versión», la que denuncia que todo fue un montaje orquestado por Correa para aferrarse al poder.
«Todos debemos estar a favor de la verdad, de la decencia. Aquí se está mintiendo descaradamente -señaló Correa en el programa de televisión- indecentemente, irracionalmente». Pero lo que no dijo el mandatario es porqué el día del supuesto golpe su gobierno ordenó que todos los canales de televisión en Ecuador emitieran una sola señal: la oficial.
«Nosotros hemos tenido conspiraciones -agrega- desde el primer día de gobierno». Inmediatamente, respondiendo a la pregunta de si habría apoyo externo para derrocar a su gobierno, denunció:»Qué casualidad que los cuatro golpes de Estado del siglo XXI han sido contra gobiernos progresistas: Venezuela 2002; Bolivia, 2008; Honduras, exitoso, 2009 y Ecuador 2010″, y finalizó con un «Nosotros tenemos evidencias de que grupos opositores aquí son financiados por fundaciones de extrema derecha de Estados Unidos».
El presentador de televisión, con preguntas a favor del mandatario, fue dando la palabra a diversas personas que hicieron frente al golpe de Estado. Aquellos anónimos ciudadanos de a pie, magullados y heridos aquel día, narraban su experiencia ante un atento Correa que gesticulaba más de la cuenta y no miraba de frente y perdía, muchas veces, su mirada en el infinito.
«El día que triunfó la democracia» fue un programa de televisión realizado exclusivamente para lavar la imagen de un Rafael Correa que jamás podrá explicar cómo se le puede hacer un golpe de Estado a un presidente que denunció que ese día estuvo secuestrado, pero que sí pudo hablar directamente con sus ministros y dar órdenes. Un secuestrado está -lo lógico- incomunicado. Ls presuntos golpistas no imaginaron jamás que Correa iría por sus propia iniciativa directo al hospital policial en el cual ellos le «intentarían» derrocar. Sería la primera vez en la historia que el lobo no va a la casa de los tres cerditos, sino al contrario. Un insulto a la inteligencia. Por suerte, no todos en Ecuador se creen la versión del mandatario.
