11.08.12 @ 13:26:40. Archivado en Sobre el autor
Pues no llegan y dicen que no me entienden. A lo mejor es porque hablo en castellano y se pierden de la misa la media. Será porque están todos los días con palabros y tecnicismos de los hijos de la Gran Bretaña, mezclados con dialectos varios. Que como ahora viajan mucho en vuelos baratos y abrevian con lo del móvil, pues eso, que tienen mucho mundo y poco experiencia. Cosa de lo virtual y de lo digital.
Pero bueno, cada cual a lo suyo, que yo ahora no puedo entretenerme en análisis lingüísticos. Principalmente porque estoy pasando la rodea por la poyata y dejando como el jaspe el arambol. Y cuando termine me pienso meter entre pecho y espalda cuatro coscoritos de pan y un par de tanganillos. Bueno, serán viandas compartidas con los amigos en la bodega, que siempre tienen prevención a mano por si vienen mal dadas. Además, hoy es día de función en el pueblo y a las siete tenemos charambita y pitos, por lo que tenemos el día más justo que en vendimias. Creo, y hablo de memoria, que mañana hay toque a huebra en el altozano y que los mozos se irán al parvón del Antonio a por unos fardos... no seáis mal pensados, perillanes. Por si fuera poco, me acaban de dejar recado en el zaguán. Vamos, más bregue para el próximo fin de semana, que al parecer tenemos que jalbegar la fachada del patio y coger las llendas de los baldosines del estufín. Un telar, pero nunca falta que hacer. El caso es estar siempre hilando. Y espero que todo salga bien, que la última vez el Gerardo tropezó con el balde del corral y la trompajada fue de órdago, con una brecha en todo el frontal y un zorrastrón en la rodilla.
Y como estaba parlando antes, que algunos farfullan que no nos entienden, cuando resulta que por estos pagos se habla diáfano, llamando a las cosas por su nombre y tampoco tenemos que avergonzarnos. Sencillamente porque el vocabulario castellano y terracampino está lleno de matices, conformado por miles de palabras que están siendo condenadas al ostracismo. Y resulta que estamos desterrando una herencia cultural que puede perderse para siempre. Por todo ello yo les invito a que sigan manteniendo el lenguaje propio de la zona, pues su uso permite seguir recordando oficios y formas de vida que ya han desaparecido.