La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Alivio de Undécima

Tras marcar Juanfran el cuarto penalti de la tanda para los rojiblancos, Cristiano Ronaldo coge el balón con gesto serio y lo deposita sobre el círculo de cal. Suspira y mira al cielo. Coge carrerilla, lanza y el esférico se estalla contra el palo derecho de Oblak. Es el turno de Fernando Torres. Si lo mete, cumplirá el gran sueño de todos los atléticos: levantar la Orejona en Milán. Y ante el enemigo por excelencia. El momento culmen de la historia rojiblanca y la página más negra de los blancos. Para esto ha vuelto el Niño. Enfilada la portería, abre los ojos y dispara raso y seco con su pierna derecha. Keylor Navas roza la pelota, pero no puede evitar que esta entre pegada al palo izquierdo. El Ateti es, al fin, el rey de Europa. Al segundo siguiente, el grito que invade San Siro no es “campeones”, sino “que se enteren los vikingos de quién manda en la capital”… Es 28 de mayo de 2016.

Es 20 de marzo de 2056. Madrid y Atleti juegan un derbi en el Calderón. Los madridistas se imponen 0-4, pero su afición ignora el resultado y se aferra como un clavo a Milán: “Que se enteren los vikingos de quién manda en la capital”. Yo, a mis 73 años, veo el partido tranquilamente en el bar de debajo de mi casa. El par de colchoneros que, indistintamente, en cada bar del mundo, asisten a cada partido del Madrid, como desde hace 40 años, solo cantan una cosa: “Que se enteren los vikingos de quién manda en la capital”. Da igual si ganan o pierden, si el partido es contra ellos o contra el Albacete: “Que se enteren los vikingos de quién manda en la capital”. Da igual que el Madrid acumule 26 Copas de Europa y que solo dos años antes de Milán les ganáramos en Lisboa: “Que se enteren los vikingos de quién manda en la capital”.

Es 19 de julio de 2082. Ese día cumplo 100 años. Y agonizo junto al mar, en una casa de la playa que imagino ha de ser mía. En el último instante, mientras recuerdo el paso de una vida entera y dedico solo un segundo a rememorar los hitos deportivos, aparece un atlético en un bote de madera. Va casi desnudo y con una barba que le llega al ombligo. Es un náufrago. A modo de saludo, me dedica la que será la última frase que escuche en mi vida: “Que se enteren los vikingos de quién manda en la capital”.

……………

Este disparate no lo puede entender quien vive el apego por unos colores como una simple afición. Esto solo lo comprendemos los que amamos con pasión un escudo. Aunque, si lo pensamos con la cabeza y no lo sentimos con el corazón (un imposible), percibimos hasta qué punto sonamos ridículos. Lo sabemos, pero es nuestro veneno. Por eso, un atlético y un madridista furibundos saben a qué me refiero cuando reescribo el inicio de este relato: tras el fallo de Juanfran, el gol de Cristiano Ronaldo en Milán nos da la Undécima. Es mucho más que una Copa de Europa. Es el alivio por escapar de una maldición eterna. Por eso, por primera vez en mi vida, nada más acabar un partido así, no siento apenas alegría. Solo ganas de cerrar los ojos, tumbarme y respirar. Hemos esquivado la bala. Vencimos y vivimos. Y levantamos el puño sin arrojarlo al contrario.

¡Hala Madrid!

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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