La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Algo se mueve en el País Vasco

Tal y como reflejamos en el reportaje Camino a la reconciliación, publicado en el presente número de Vida Nueva, algo está cambiando en el País Vasco. Aunque es un proceso aún en ciernes, es muy significativo e ilusionante: son muchas las personas que no quieren cerrar en falso el medio siglo de heridas abiertas desde que naciera ETA. Antiguos militantes de la banda, hoy arrepentidos, han purgado sus crímenes en la cárcel y ahora piden perdón. No lo hacen en documentos ambiguos y medidos con escuadra y cartabón, sino cara a cara, ante víctimas a las que han dejado huérfanas o viudas. Hablamos de personas que, preñadas de una maravillosa generosidad, aceptan esa mano tendida y ofrecen un abrazo de misericordia.

Este milagro está ocurriendo hoy en Euskadi. Hay quienes, cada vez más, no quieren que se pase página sin más, bajo el poso de un silencio paralizante. Quieren hablar. Y escuchar. Quieren ahuyentar los tabús. Piden que se creen más espacios sanadores en los que todos puedan juntarse y exponer su herida, sea quien sea el verdugo que la ha propiciado. Son víctimas de ETA. Y del GAL. Y del Batallón Vasco Español. Y de las torturas en las cárceles. Son antiguos terroristas etarras que han mirado atrás y se han dado cuenta de su inmenso error. Son antiguos militantes de Herri Batasuna que celebraron atentados y marcaron dianas en portales. Son representantes de instituciones que en su día debieron hablar y sin embargo callaron con vergüenza. No son todos, ni siquiera tal vez una mayoría. Pero sí un grupo humano a tener muy en cuenta, espejo puro en el que mirarse y empezar a caminar con más fuerza, con más piernas.

Preocupantemente, esto se desconoce en nuestra sociedad, en la práctica totalidad de España. Por eso, ahora que queda poco más de una semana para votar en unas elecciones generales en las que lo que ocurre con las llagas de ETA ha quedado relegado al más absoluto silencio, conviene reclamar líderes políticos que asuman un reto esencial en nuestra sociedad: hay que cerrar de una vez el llamado conflicto vasco. Es la hora de que el entorno de ETA fuerce a esta a disolverse, entregar las armas y pedir perdón. Es la hora de que alguien como Mikel Otegi, el líder natural de la izquierda abertzale, pueda liderar ese proceso en libertad. Es la hora de reconocer todos los crímenes cometidos por las fuerzas policiales y que aumentaron el reguero de víctimas (hablamos de personas, de historias de carne y hueso). Es la hora de pensar en serio qué se hace con los 500 presos de ETA dispersos por todo el país y plantearse si no sería beneficioso dejar de culpar a sus familias de un crimen que no cometieron.

Es la hora, en definitiva, de que lo que unos pocos, víctimas y antiguos verdugos, empiezan a hacer a nivel social desde una admirable generosidad, encuentre su eco en nuestros representantes públicos. Si es la hora de hablar, todos, también lo es de abandonar el sueño de la marmota y liderar un proceso político de la envergadura del que se hizo en la Transición. Nos jugamos un mañana en paz.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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