La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Coherencia en tiempos líquidos

Leo que ha sido Zygmunt Bauman el que ha popularizado el término “modernidad líquida”. Sin conocer la obra de dicho autor, creo que se refiere a lo que mi abuelo podría definir como “tiempos del mamarrachismo”: gente que hace horas de cola para entrar a comprar en una tienda (sí, el Primark de la Gran Vía madrileña), culto desatado a un engreído como Justin Biber al que dan unas ganas increíbles de soltarle dos collejas, un boxeador como Mayweather que no sale a la calle sin un fajo de billetes en cada mano… En medio de esta catarsis (esto va más allá de la idea de crisis global), lo que ocurre con nuestra clase política va en sintonía con lo que sucede en la calle. Solo así se puede entender el alcance del daño que nos infringen los politicastros que roban en nuestra cara o los golfos que se enfundan en una bandera para tapar una pésima gestión.

Ante este panorama, no me pidan que critique sin más a quienes abandonan por su propia voluntad el abrigo de unas siglas y quieren seguir haciendo política, ya sea a la intemperie de la soledad libertaria o bajo el paraguas de otro partido. Fustigaré sin piedad a los tránsfugas que se aferren a su escaño en vez de irse a casa (en un sistema de listas cerradas, se vota a un bloque y no a los individuos que lo componen, más allá del cabeza de lista) o a los trileros que no sepan explicar el cambio; esos sí que son chaqueteros. Pero, ¿cómo criticar a quien, equivocado o no, denuncia que su partido ya no es lo que fue y tiene la vergüenza torera de abandonar el calor de la cueva?

¿Cómo criticar una Beatriz Talegón que llevaba meses clamando que el PSOE ya no era socialismo y que, tras sufrir todo tipo de improperios en casa, se está desgastando por constituir una confluencia de fuerzas de izquierda? ¿Cómo criticar a quienes en UPyD intentaron la quijotada de derrotar al rosismo oficial y buscaron que los magenta volvieran a los primeros tiempos del partido, cuando disentir sobre la estrategia a seguir era saludado como el sano ejercicio de un debate real? Renovadores UPyD perdió las primarias y la inmensa mayoría de los suyos, los menos mediáticos, han abandonado temporalmente la política y no engrosan otras filas (sueño con todas mis fuerzas que vuelvan reunidos en un movimiento nuevo, pues solo ellos pueden sacarme de mi orfandad política).

Tan honesto es entrar en otro partido (o buscar fundar uno) como regresar al hogar y restañar las heridas con la familia. Igualmente, ambas actitudes pueden resultar profundamente indecentes. Todo depende de que la explicación dada (o el silencio) sea convincente. En definitiva, de la credibilidad de quien enarbola la enseña de la coherencia. Porque, en tiempos líquidos (o de mamarrachismo), solo la verdad encarnada por personas vigorosas (antes que sus ideas) puede mover montañas.

PD: Artículo publicado en Cuadrilátero 33, dentro del combate ‘Políticos que cambian de partido: chaqueterismo o coherencia‘.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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