La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Última oportunidad con Cataluña

Daba una pereza inmensa abajarse a responder con argumentos algo que Epi y Blas explicaron en su primera lección. Menos mal que los antisistema de la CUP nos han ahorrado a todos perder saliva (y bilis) y lo han dejado hoy muy claro: “El plebiscito se ha perdido, por lo que no apoyamos una declaración unilateral de independencia”. Y es que, si en Junts Pel Sí repiten machaconamente que “esto era un referéndum”, en los referéndums no hay lugar para partidos ni alianzas postelectorales: es sí o no. Y el “no sé / no contesto”, que es el que le achacan a Catalunya Sí que es Pot, no es ni será jamás un sí. Algo que, por cierto, las dos candidaturas independentistas se encargaron de recordar con mucha fuerza cada día de campaña: quien quisiera independencia tenía que apoyarlas a ellas y solo a ellas.

Pues ahí está la respuesta que se buscaba: en las elecciones catalanas con más sufragio en los 40 años de democracia, la mayoría de los votantes no ha apoyado la secesión. Quien no quiera verlo y pretenda forzar la voluntad popular empoderándose de una identidad que en realidad es plural, será culpable de traición. Más les vale que se dediquen a gobernar, que para eso ha habido elecciones (en realidad eran eso, elecciones autonómicas al Parlamento de Cataluña). Ahí será cuando nos toque comprobar la altura de miras de los que se han enfundado la estelada: los señoritos de Convergencia, la élite económica marcada por el supuesto seny, habrán de vérselas con los republicanos de izquierda radical de ERC y plataformas bastante escoradas más allá del procés, pero sobre todo con unos antisistema, los de la CUP, que no solo quieren pegar un portazo a España, sino a la Unión Europea. ¿Qué saldrá de una alianza entre la burguesía empresarial y quienes prácticamente no creen en la propiedad privada? Pase lo que pase, espero que la CUP cumpla su promesa y ese proceso no lo capitanee Artur Mas. El heredero del patriarca ha hecho mucho daño a la convivencia, y del modo más torticero. Se merece ver cómo sus compañeros de viaje lo engullen y le enseñan el camino de una Cataluña que a él y los suyos, en el fondo, les horroriza.

Pero no solo los independentistas han de reflexionar: el Gobierno de España, capitaneado por un presidente que no es un líder (no afronta ningún problema de cara) y al que en el fondo no le gusta la política, ha de huir al fin de un inmovilismo paralizante. Hay que dialogar con el nuevo Gobierno de Cataluña y hacerle ver a toda la sociedad catalana que el proyecto de una España unida y diversa es estimulante y mucho más constructivo para todos. Es un reto cultural y pedagógico que han entendido a la perfección en Ciudadanos, de ahí su triunfo arrollador: no solo se necesitan argumentos contrarios, sino oferta de reformas en positivo. Si hay que actualizar la Constitución y hacer que esta sea más equitativa, bienvenido sea. Pero con cabeza, corazón y, lo más importante, entre todos. Con consenso.

Aunque no fuera en verdad un plebiscito, si los independentistas hubieran tenido más de un 50% de los votos podría haber sido, realmente, el principio de España tal y como la conocemos. No ha sido así por muy poco. Aprovechémoslo. Todos.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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