La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

¿Eutanasia? Los suicidios no se juzgan, se lloran

Eutanasia, ¿sí o no? Pues, buscando en lo más hondo de cuanto soy…, no lo sé. Antes de nada, hay que aclarar una cosa: el Congreso de Francia ha aprobado la “sedación profunda y continua” de los pacientes en estado terminal que así lo soliciten. No es la eutanasia, sino el verdadero “morir en dignidad”, dejando a un lado las medicinas (que no los alimentos) que ya no sirven para curar, sino para sostener a un muerto en vida. Este dejará de serlo solo cuando su cuerpo lo decrete. Es doloroso, pero creo que este es el mejor camino.

No rehúyo en este debate la eutanasia en sí: el suicidio de un impedido que necesita de otros para llevarlo a cabo. Como católico, se me presupone que debo condenarlo categóricamente, al igual que el aborto. Pero yo aquí sí quiero introducir la brocha fina, repleta de matices: en un aborto, una persona toma una decisión sobre la vida o no de la que considero que es otra persona. En la eutanasia, es la persona misma la que toma la decisión sobre su (remarquemos el “su”) destino. No es lo mismo. Claro que aquí también se destroza “un don regalado por Dios” (el más importante, el milagro de vivir), pero ¿quién tiene valor para enjuiciar moralmente a un suicida? En los casos que he conocido, jamás he pensado: “Ha hecho mal”. Solo me ha salido un susurro: “Pobre, cuánto debía de sufrir…”. Lo siento, pero pido por favor que no se me pida juzgar a un suicida ni a quien ha ayudado a otro a morir. Y mucho menos en los casos de personas que carecen de fe: sin ni siquiera tener esperanza en una vida mejor y más allá de este mundo, ¿cómo se puede exigir a alguien, desde un punto de vista ético, que siga amarrado a un infierno diario y sin salida?

Dicho esto, reclamo que la eutanasia se ciña única y exclusivamente a la decisión íntima de quien la reclame con toda su convicción. En Bélgica, donde esta lleva años aprobada, los obispos han pedido que se huya de un riesgo: que no se aplique a las personas con demencia. Y es que aquí entramos en otro campo: es el Estado o la familia la que decide o fuerza una decisión en el enfermo que no es la que él expresa con indudable certeza. Ojo, y mil veces ojo: la eugenesia (dar una inyección letal a las personas con discapacidad) ya la inventaron los nazis… No podemos echar a un lado a los “sobrantes” que no concuerdan con lo que hoy algunos entienden como “dignidad humana”.

Sí, con todo el dolor del corazón, a quien clame al cielo y a la tierra para que le dejen irse. No, jamás, a quienes fuercen o hagan ver lo que no son decisiones personales, sino prejuicios y comodidades de otros.

Artículo publicado en Cuadrilátero 33, dentro del combate ‘Eutanasia y sedación terminal: derecho o fracaso.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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