Escribo esto no como militante (que no lo soy), sino como observador de la sociedad (como ciudadano antes incluso que como periodista) preocupado por lo que ocurre en ella. Desde aquí, creo sinceramente que la esperanza política para una España más justa, equitativa y solidaria está en UPyD. Un partido que hoy está instalado en su gran “noche oscura” en sus siete años de vida. Tras el fracaso sin paliativos de ayer en las autonómicas andaluzas, sus principales dirigentes aparecen hoy públicamente divididos. Algo que se ve entre sus cinco diputados: Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán parecen ser partidarios de mantener las cosas como están, y Toni Cantó, Irene Lozano y Álvaro Anchuelo de hacer un profundo ejercicio de autocrítica que incluso podría derivar en un cambio de liderazgo.
Entiendo a unos y otros. Es más, creo que un partido político solo está vivo si en él se da un diálogo sincero y constructivo entre todos sus miembros, sin estrategias ocultas ni temores de represalias. Entiendo a quienes creen que las cosas se han hecho bien… porque se han hecho muy bien, con un discurso siempre coherente y una ejemplaridad que ha renunciado a los privilegios de “clase”, desnudando las golfadas de los corruptos. Pero entiendo, aún más, a los que creen que solo se crecerá si hay un cambio de caras en lo más alto. Es triste reconocerlo, pues creo que Rosa Díez sería una grandísima presidenta del Gobierno de España, pero es muy difícil que remonte una situación que se ha tornado en muy adversa. Producida por una campaña mediática desatada por Pedro J. Ramírez y otros prebostes (que no le han perdonado su no alianza con Ciudadanos y, aún más, que no siguieran sus “sabias” directrices), sí, pero también y sobre todo porque la ciudadanía tiene un afán desmesurado por entregarse solo a políticos de los que no conozca su anteayer. La mayoría social ve en Rosa Díez un personaje del pasado. Es triste e injusto, pero es un hecho.
Si UPyD quiere ocupar el espacio que se ha ganado en justicia, tiene que adaptarse a esta realidad y hacer un ejercicio de autocrítica. En Andalucía, los que han votado a Ciudadanos lo han hecho por la imagen fresca y positiva de un Albert Rivera que se ha trabajado muy bien a muchos medios conservadores a los que les ha interesado que su partido dé la respuesta “sensata” frente a Podemos. Por ello, creo que Rosa Díez debería dar un paso a un lado (jamás hacia atrás, pues se la necesita y mucho en activo y con protagonismo) y que el liderazgo del partido, si así lo entienden sus militantes (en UPyD la gente elige a sus representantes), recaiga en una cara nueva. Yo lo tengo claro y doy un nombre: el mañana de UPyD debería recaer en Irene Lozano.
Ojalá que este proceso sea rápido y sin traumas. UPyD solo saldrá de esta “noche oscura” si todos los suyos se miran a la cara y hablan en libertad, sin recelos. Es mucho lo que está en juego. España necesita a UPyD, que es mucho más que “el partido de Rosa Díez”.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
