La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Un guineano, un nicaragüense y un español llamado Pablo Iglesias

Van por la calle un guineano, un nicaragüense y un español. Este último se llama Pablo Iglesias y es conocido por ser secretario general de Podemos. Acuden a una manifestación para exigir la abolición del régimen del 78, tan anticuada y carca. Iglesias va leyendo un periódico en el que se habla de su mano izquierda, Íñigo Errejón, al que se acusa de cobrar 1.800 euros de la Universidad de Málaga y cumplir su horario de ocho horas… desde Madrid. “Maldita casta”, se lamenta el Líder.

Con el fin de olvidar el mal trago, el exorcista de la casta saca del bolsillo de su vaquero el lamento poético que su mano derecha, Juan Carlos Monedero, dirigió el pasado año al comandante Hugo Chávez en la hora de su muerte. Dice tal que así: “Querer a Chávez nos hace tan humanos, tan fuertes. Chávez en la señora que limpia, Chávez en el señor que vende periódicos a la entrada del metro, Chávez de la empleada de la tienda, Chávez del vendedor de helados, Chávez de la abuela que ahora ve y de la que ahora tiene vivienda, Chávez de la esquina caliente de Caracas y de la lonja de pescadores de Choroní, Chávez de la poesía rescatada, de los negros rescatados, de los indios rescatados, Chávez de lo que hoy es posible en América y que hace 20 años era imposible. He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos y no se me quita. Fuerza Hugo. Aguanta. Aguanta para ayudarnos a quitarnos este miedo de la soledad de 100 años. Aguanta, presidente. Aguanta”.

Emocionado, Iglesias lanza al cielo un grito gutural: “¡Camaradas, abajo el régimen del 78! ¡Muera el candado del consenso, el sistema que agoniza!”. Sorprendidos pero envalentonados, el guineano y el nicaragüense gritan a un tiempo: “¡Abajo el régimen del 78! ¡Por una Constitución que recoja que todos los ciudadanos somos iguales y que consagre la libertad de prensa, expresión, reunión y asociación! ¡Por un modelo que asegure la aconfesionalidad del Estado y la libertad religiosa, incluso para ser ateos! ¡Por una sanidad pública y un sistema que recoja la libertad educativa y que cada padre pueda escolarizar a sus hijos según sus principios! ¡Por un sufragio universal y sin ningún partido político excluido! ¡Por la separación de poderes, existiendo Ejecutivo, Legislativo y Judicial! ¡Sin esta base no se puede construir una sociedad moderna y avanzada!”.

Concluida la vehemente retahíla, al ver que Pablo Iglesias agacha la cabeza sonrojado y no sigue con ardor sus proclamas, ambos ciudadanos del mundo inquieren inquietos al partidario de la tabla rasa constitucional: “Porque nada de esto tienen en España, ¿no?”. Apoyamos su causa, pues, por la experiencia en nuestros países, sabemos que, teniendo todos estos derechos asegurados, lo demás correría de nuestra cuenta. Con una ciudadanía fuerte y comprometida, ningún cambio se nos resistiría. Venga, camarada, luchemos para que los españoles lleguen algún día a gozar todos estos derechos”.

Y Pablo Iglesias cayó.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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