Ahora que Podemos está en pleno congreso en el pabellón madrileño de Vistalegre, espero que no triunfe la tesis de Pablo Iglesias y de aquí salga un compromiso que sería toda una declaración de intenciones: que, efectivamente, se presentarán a las elecciones municipales de mayo en toda España y lo harán con sus propias siglas. En caso contrario, evidenciarían que tienen miedo. ¿A qué? A “mancharse”.

Claro que, en caso de presentarse en los municipios de España, tendrán que afrontar asuntos complicados, como el debate de cara a posibles alianzas o la posibilidad de que les salga un chorizo aprovechado y pierdan la pátina virginal de no contar con imputados, pero ¿qué es la política si no se “manchan” sus representantes? Por cierto, que valgan aquí las comparaciones: UPyD, el último precedente de gran partido surgido a nivel nacional, lo hizo hace siete años: se presenta a nivel nacional, autonómico y municipal. Y no cuenta aún con ningún imputado en su historial… Sí, es posible la decencia. Basta con creer firmemente en lo que se hace.

Leo en el programa de Podemos que su objetivo es “recuperar la economía, conquistar la libertad, conquistar la igualdad, recuperar la fraternidad, conquistar la soberanía, recuperar la tierra”. En definitiva, “construir la democracia”. Está muy bien tener un discurso potente denunciando lo que a toda la sociedad hastía, pero para construir la sociedad hay que empezar por nuestros pueblos y ciudades, luchando por ser concejales y teniendo una voz propia que afronte los retos más directos de los ciudadanos. Pontificar desde un alto sillón puede ser facilón. Presentar querellas contra los golfos que se lo llevan a manos llenas, debatir con ellos a pie de calle, renunciar a sus intentos de soborno, evitar las tentaciones del poder adulador… Eso es lo jodido.

Pues que Podemos demuestre que de verdad es “la voz de la calle”. A enfangarse. Sin miedo. ¿Creen o no en su propio discurso?

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA