En la hora de su muerte, hay que reconocer que Emilio Botín ha sido uno de los españoles más universales de nuestro tiempo y que ha prestigiado la Marca España en medio mundo, patrocinando todo tipo de iniciativas culturales, empresariales, científicas o deportivas. Con él, el Banco Santander se ha convertido en uno de los principales gigantes económicos del planeta. Dicho esto, en su debe hay algo muy grave: con todas las posibilidades en su mano, no construyó sociedad.

Botín formó parte privilegiada de la élite que tiene en sus manos lo que ocurre en un mundo marcado por la inequidad. Él y unos pocos son los que lo han tenido casi todo. Para ello, muchísimos no tienen casi nada. Y algunos nada. Botín simboliza un presente de desigualdad radical sin precedentes en la Historia. Jamás hubo tantos excluidos, tantos apartados del terreno de juego. Eso es porque los árbitros, los poderosos, han impuesto ferozmente sus propias reglas: defraudando a Hacienda (a todos), abatiendo la dignidad del trabajador, silenciando derechos esenciales e integralmente humanos, expulsando de sus casas a los que encallaron en sus tejemanejes.

Descanse en paz Emilio Botín, el ser humano que nació tan desvalido como todos. Sin duda, trabajó mucho y fue un revolucionario en muchas cosas. Pero, en lo principal, nos falló: no solo no construyó sociedad, sino que nutrió con su mano (son muchas más las manos cómplices) la brecha ya insuperable en la que muchos mueren de hambre y desesperación. Hoy, como todos al llegar la hora final, se va sin nada en los bolsillos.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA