La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

El Papa más libre

La del pasado domingo, en Pentecostés, será una de las imágenes que siempre serán recordadas del pontificado de Francisco, al que esperemos que aún le queden muchos años por delante para seguir interpelándonos. Su oración por la paz en Tierra Santa, en los jardines vaticanos, no solo unió a palestinos e israelíes para rezar y compartir, sino que demostró que es posible un esencial cambio de actitudes en uno de los puntos más conflictivos del planeta. Los máximos representantes de las dos naciones, rabinos, imanes, cristianos de varios credos… Todos juntos, antes que nada, conviviendo. Fue un regalo absolutamente gozoso.

Pero, más allá de este hito en concreto, me encandila conocer cómo se ha gestado, cuáles han sido las entretelas del milagro. Como ha contado en varios medios (entre ellos, ‘Vida Nueva’) Hernrique Cymerman, el periodista judío que ha servido de enlace principal para encauzar en esta misión a todas las partes, la oración se llevaba planeando desde hace más de un año y, sobre todo desde abril, ha estado en varios momentos a punto de venirse abajo. Pero al final se ha celebrado y ha sido un instante único. ¿Cómo se ha conseguido? Pues porque ha estado en manos de muy pocas personas y todas ellas sentían una pasión inusitada por el proyecto, liderado por el empuje especial del Papa, que ha estado al tanto de todos los pormenores y ha gestionado varios detalles personalmente, a través del correo electrónico y el teléfono. Todo con un carácter muy reservado, conscientes los implicados de que, si se hacía pública antes de tiempo la idea, sería muy posible que los muchos intereses en contra la boicotearan.

Por tanto, la celebración romana por la paz en Tierra Santa no ha sido un proyecto liderado por la diplomacia vaticana, poderosa maquinaria que, también, sostiene una pesada burocracia. No, han sido el mismo Papa y apenas un puñado de personas de confianza (entre ellos, su amigo el rabino Skorka y el propio Cymermanm, a quien conoció hace solo un año y ya le confió la misión por sus amplios contactos en el mundo palestino e israelí) los que han llevado todo de un modo muy discreto.

Porque, no nos engañemos, es un hecho que hay una oposición silenciosa en la propia Curia vaticana, temerosa del brío reformista de Francisco. ¿Qué temen que este toque? En el fondo, sus privilegios. Pues a los que ostentan estos se les ha acabado la “fiesta”: aquí se viene a servir y nada más. Ratzinger, desde el principio, ya señaló a los “lobos” internos, y a ellos sacudió en gran parte con el maravilloso gesto de su renuncia. Entonces, le cedió el testigo a quien, por fuerza, había de dejarse llevar solo por el soplo de Dios. Ese soplo es libre en modo absoluto. Y Francisco está aquí para ser el Papa más libre.

Sin ataduras, irá a por lo esencial. Formalismos y diplomacias fuera, Bergoglio se dejará la vida en pos de la paz, la dignidad y el amor entre todos los hombres. ¿Utopía? Tal vez, pero es misión solo para hombres libres.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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