La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

La Décima es un abrazo

Será que me estoy haciendo mayor o que ya he alcanzado un cierto grado de madurez, pero quiero comenzar este breve cántico a la Décima con un mensaje muy claro: los madridistas respetamos muchísimo a los atléticos. Porque representan un modelo basado en la superación constante y, por qué no decirlo, porque sabemos que es un palo muy gordo lo que ayer les ocurrió. Nadie quería algo así… Temía este partido porque, en caso de derrota, me veía soportando chanzas de los colchoneros de por vida. Pero, ahora que este cáliz ha pasado de largo, no voy a incurrir en lo mismo. Admiro los valores del Atleti y quiero mucho a mis amigos atléticos. De ahí que, para mí, la Décima es la ilusión más grande y más pura de todas, desprovista de recuerdos oscuros hacia la otra orilla. Hoy y siempre.

Pero, para los que no lo hayan seguido, quiero que esto lo sepa todo el mundo: ayer estuve toda la noche en la Cibeles y no vi, en horas y horas, ni una sola referencia al rival caído. Al revés, había incluso algunos rojiblancos acompañando a sus amigos en la celebración y todo eran deseos de compartir un rato de alegría (o de consuelo). Jamás me sentí tan orgulloso de ser madrileño-conquense como anoche. Porque yo era de los que temía pasiones desatadas y devenidas en enfrentamiento ruin… Pero no, la gente es más sensata de lo que algunos pensamos. Lo digo de corazón: la Décima es un abrazo. Claro que la rivalidad ha de seguir, ahora y siempre. Que continúen los piques, los derbis de infarto… Pero que todos, madridistas y atléticos, recordemos muy bien este 24 de mayo de 2014. No le ha seguido un hacer sangre, sino una sonrisa. Pareceré cursi, pero es que hoy toco el cielo con las manos.

Mañana escribiré en sí de lo que llevo dentro: la emoción por las imágenes de Sergio Ramos cabeceando el gol que me abrasó el estómago en el grito más inhumano, las carreras imposibles de Di María, el escorzo de San Bale, la carrera de Xabi Alonso y su corbata, el salto de Florentino, el éxito normalizado de Ancelotti, las lágrimas de Iker… La Décima, acurrucada por el fado de Mariza que me hizo llorar cuando las espadas se levantaban prestas a la lucha.

Hoy no quería escribir algo desaforado. El maravilloso deporte es así: justo ahora hace una semana, padecía un socavón emocional con mi Real Madrid de Baloncesto. Y es que es tan difícil ganar una Copa de Europa… Hoy, cuando llega mi “cuarta” balompédica, la gozo más que nunca: afónico y habiendo dormido apenas una hora, sí. Pero, sobre todo, tranquilamente feliz. Y respetando más que nunca al rival, caído con tanta dignidad. Somos hermanos. Aunque la guerra siga mañana.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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