La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Ahora sí, lúcido San Adolfo Suárez

Sé que muchos postmodernos que gozan al loar sin límites que ha llegado “la muerte de la cultura de la Transición”, se reirán de mis palabras, pero, ahora que acabar de dejarnos uno de los dos padres de la España democrática, inclino mi cabeza emocionado ante San Adolfo Suárez. Sí, a mis 31 años soy de esos ingenuos que “idealizan lo que no fue sino una farsa en la que se perpetuaron las élites” y no clama por el derribo del Sistema. Entre otras cosas, porque tengo la conciencia clarividente de que ese Sistema del que se habla tan alegremente no es ni más ni menos que una Democracia bastante completa. ¿Hay que profundizar en ella y mejorarla? Por supuesto, pero ese es el cambio de la reforma y no el de la ruptura. Y en esa tardea estamos llamados a trabajar todos, empezando por ti y por mí, ciudadano de a pie.

Pobre España, siempre convulsa y cainita, siempre soñando con revoluciones que lo echaran todo abajo. Y que olvida rápido, demasiado rápido. ¿Fue fácil lo que hicieron Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, el Rey Juan Carlos I y todos los referentes de la Transición? ¿Acaso fue sencillo echarse encima la losa de cuarenta años de dictadura y una bárbara guerra civil y, en solo dos años, desde la legalidad y el consenso, poner en marcha un régimen de plenas libertades e imperio de la concordia nacional? ¿Qué Sistema hay que derribar? ¿Este, en virtud del cual hay separación de poderes, prensa libre, elecciones por sufragio universal…? ¿Qué nos proponen los que quieren echar la casa abajo, qué Sistema nuevo es ese que hay que alumbrar con urgencia? ¿Que muchos políticos roban y están acabando con todo? ¡Pues a despertar el pueblo y que en él nazcan políticos y partidos decentes y constructivos! ¡Pues a no conformarse con lo que ya hay y potenciar nuevas políticas gracias a los muchísimos instrumentos que nos da, precisamente, este Sistema! ¡España, despierta y deja de ser menor de edad! ¡Trabaja, realiza tú el bien!

Después de más de una década sumergido en las tinieblas, rezo a Dios que te haya llevado ya hasta Él. En ese caso, dejaría de ser una imagen esta que dibujo y sería una realidad: serías San Adolfo Suárez. Y, como tal, pleno de vida eterna, como anhelaste con la fe que siempre anidó en ti, ahora, completo, preñado de amor, tendrías consciencia propia. Me da igual que los postmodernos que ridiculizan el ser creyente me tomen por tonto y exagerado al escribir esto, pero lo hago de corazón: ahora estás con los tuyos, ya sí con tu mujer y tu hija. Dedícanos solo un segundo y reza por esta España nuestra. Muchos bregan por derribar tu obra, pero aún tengo una mínima ilusión de que sean muchísimos más los que abarroten en las próximas horas el Congreso de los Diputados, la sede de la soberanía nacional (no es un concepto pequeño), y te muestren su sincero agradecimiento.

¡España, despierta y trabaja la tierra de tu futuro! ¡Tienes la azada de la Constitución y la ley! Pero que eso sea mañana. Hoy, empecemos por ser generosos con uno de nuestros padres. ¡Habla, pueblo, habla!

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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