La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Dragó, un simple bufón elitista

No le achaco a Fernando Sánchez Dragó sus ideas, sino que sea crea el más listo de la clase, el pastor más distinto y avezado entre la masa borrega, cuando no es sino un bufón elitista. Y con la técnica más vieja de todos los tiempos: adular a los poderosos.

En la columna que hoy publica en El Mundo, titulada ‘Madame Le Pen’, encapsula en una pretenciosa verborrea lo que no es sino el reconocimiento de lo que algunos consideramos una miserable tara: es xenófobo porque puede “permitírselo”; es decir, que se cisca en los que emigran para sobrevivir (literalmente) mientras él es un señor que gana un pastizal haciéndose pasar por antisistema, cuando lo cierto es que forma parte del lugar más alto del mismo. Así, no es de extrañar que adule hasta la nausea a políticos como Marine Le Pen, referente del Frente Nacional en Francia, que viven de lemas tramposos y manipuladores con quienes lo pasan peor, tipo “los de casa primero”.

Pero lo más indigno es que esto lo haga Dragó tachándonos a los demás de imbéciles. Él, ese prohombre, ese gran intelectual, no duda en cargar contra “los ‘progres’ de derechas y de izquierdas, agarrados todos a las faldas de mamá Europa y amorrados a la flácida teta del Estado del bienestar”, para demostrar que somos tan menores de edad que tememos como “fascista” lo que no es sino “sinónimo de sentido común”. Qué bien le queda la frase, ¿eh? Qué moderno es eso de alabar a la que muchos ven ya como el ogro venidero, ¿no? Sin embargo, cómo se le notan las costuras a este pobre rebelde sin causa…

Se piensa que inventa la pólvora quien utiliza las más viejas y estereotipadas excusas. Esta frase es la que le deja en pelotas: “Es curioso que acusen de fascismo a quien quiere evitar que este se adueñe otra vez de Europa, pues la creciente cólera popular que la inmigración suscita y a la que ella desea poner freno es el caldo de cultivo y el caballo de Troya de la ideología citada”. Vamos, que como la gente teme que el extranjero le quite el pan en estos tiempos de crisis, y como esto degenerará en un impulso del odio, pues seamos prudentes y cerremos las puertas a los que vienen pidiendo pan. ¿Es así? ¿O hace falta recurrir al “muerto el perro se acabó la rabia”? Qué flojo es este sesudo analista que recurre a los tópicos más trasnochados y no aporta nada nuevo…

Porque, además, Dragó está ciego. El genio mira a su alrededor y es incapaz de ver significativo un hecho indudable: en España no ha surgido un gran partido xenófobo y fascista. Como él llega a advertir (olé, un acierto), un grupo así no existe con el suficiente peso, pese a las bravatas de algunos pobres diablos. Otras cosa es que, contradictoriamente, él achaca esa ausencia a la “cobardía” y el “egoísmo”, reivindicando que sí hay individuos, como él mismo, dispuestos a luchar por la causa. Y es que Dragó concluye su masturbador texto sobre la política gala entregándole simbólicamente su voto: “Me ha convencido. ¡Fuerza y honor! Aunque de ambos está usted sobrada”.

Pero, ¿por qué un sabio como él no se hace las siguientes preguntas? En este debate, ¿nada pinta el pasado colonial de una Europa que arrebató sus recursos a África? ¿Quién invistió de legitimidad a las potencias europeas, incluidas España y Francia, para hacerse con el continente vecino y dividirlo en fronteras rectilíneas, según los caprichos de la avaricia? ¿De dónde provienen las empresas que hoy en día desangran África, continuando con el colonialismo en su versión más puramente económica? Si en España no rebrota la xenofobia, ¿no será porque somos un pueblo al fin y al cabo emigrante y, allí donde hemos ido, aunque fuera con la espada conquistadora, hemos buscado al final el mestizaje? ¿No es esperanzador que, una década después del 11-M, no triunfen los tontos que culpan en general a los musulmanes? ¿No sucederá que los españoles, pese a todo, somos más sensatos de lo que usted se cree? ¿Acaso, tan endiosado, se ha quedado fuera de onda y ya no percibe el signo de los tiempos…? Y, finalmente, ¿dónde quedaron los intelectuales y los poetas que cantaban a las víctimas de un sistema injusto? ¿Acaso se atragantaron con las migajas del crimen? ¿Es porque, sin más, fueron adiestrados por los altos señores para que les hagan reír y rían sus chistes?

Qué pena, Dragó, qué pena. Tanto ir de mesías iluminador y te has quedado en vulgar ramera. ¿Para eso tantas alforjas, ese sempiterno aluvión de palabras huecas?

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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