La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

El alma del 11 de marzo entra en un pin

Si pudiera elegir y alguna vez recibo el regalo de tener un hijo, el 11 de marzo sería el último día en el que quisiera que naciera. Tampoco me gustaría asistir a la boda de alguien querido en el undécimo día del tercer mes del año. Porque ese día, en España, ya siempre será 11-M. Fecha negra, de punzante muerte, de casi 200 de los nuestros que no respondieron nunca a la llamada desesperada del móvil, de más de 1.800 heridos con heridas menos profundas que las marcadas en el alma. El de hace diez años fue un 11-M de amanecer de radio, de incomprensión, de dudas, de preguntas sin respuestas, de furia.

Que nadie lo dude: el 11 de marzo tiene alma. Y esta es muy compleja, una veces valiente y luminosa, otras atormentada y negra. El 11 de marzo de 2004 comprobamos el mejor latido de la España más solidaria, pero también la más cegada por la ideología en letra minúscula, que es la rastrera, la aferrada al poder de los “míos”. Ese día y los siguientes nos admiramos con el periodismo audaz, que arrimaba el hombro y preguntaba lo que todos queríamos saber. Pero este, en muy pocas horas y en demasiados casos, se pudrió antes siquiera de echar a andar.

Porque si el 11 de marzo tiene alma, esta preñó al conjunto de nuestra sociedad. Para lo bueno y lo malo. Solo con lo que entonces anidó se comprenden las consiguientes luchas de poder, las teorías de la conspiración, los insultos miserables a un símbolo como Pilar Manjón, ante todo, una madre que perdió a su hijo. Pero, también, solo con lo que en ese día se alumbró se puede entender a esta tierra nuestra que enseguida echó abajo los sucios prejuicios contra los musulmanes, víctimas como todos de un puñado de enfermos fanáticos. Porque, por mucho que algunos se empeñen, esta España nuestra es mucho más sabia, moderada y educada de lo que ellos se creen.

Para mí, el 11 de marzo de 2004 también nació algo de lo más importante de toda mi vida. En un momento capital en lo personal, cuando de verdad abría los oídos y los ojos, tuve la inmensa fortuna, junto a varios compañeros de la Facultad de Periodismo, de asistir regularmente al juicio del 11-M elaborando crónicas para la principal asociación de víctimas del brutal crimen de Madrid, la presidida por Pilar Manjón. En esos meses, fui testigo de un episodio esencial en la historia contemporánea de España, presenciando escenas y anécdotas que jamás podría contar, dentro y fuera del juzgado de la Casa de Campo. Salvo una: el día en que decenas de familiares de víctimas rompieron a llorar devastados cuando se rumoreó que iban a tener que desenterrar a sus padres, mujeres, hermanos e hijos para analizar los posibles restos de los explosivos de los trenes. Ese día vi en carne cruda lo que supone la impiedad de la Gran Ramera: la lucha periodística y política, que entonces confluía con toda su crueldad sin mirar por nadie. Desde entonces, prometí no fiarme de ningún periodista o político sin antes pensar por mí mismo en lo que me “venden”.

Finalmente, una vez que acabó el juicio (antes de conocer la dolorosa sentencia que, doy fe de ello, las familias sintieron como un puñal en su corazón), mis compañeros y yo obtuvimos la “recompensa” al trabajo realizado. Pilar Manjón nos puso sobre la solapa un pin de la asociación. Era un simple lazo teñido de negro. Hoy, muchos años después, cuando lo tengo ante mí mientras escribo esto, sonrío. A la vez que me entristezco, pues hace referencia al dolor sin expiar de muchas, de muchísimas personas. Por eso es tan contradictoria el alma del 11 de marzo, ya eterno.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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